El siguiente breve testimonio, lo comparte la hermana Norma Miquelarena de la iglesia en Tandil. Nuestra hermana querida, este año por la gracia de Dios cumplió 80 años de edad y a los 50 años, el Señor le permitió allá por 1991, abrir su hogar cada mes, para que nos juntásemos un grupo de adolescentes cristianos para preparar cada edición mensual del Boletín Juvenil. Ella en su testimonio sólo nombra a tres de los que hoy estamos en la Redacción y que fuimos desde los comienzos, pero muchos otros jóvenes fueron transitando su hogar, participando también de este precioso servicio al Señor y a los hermanos.
A veces nos juntábamos a la tarde y nos quedábamos hasta la noche trabajando y ella nos preparaba la cena. Siempre muy compañera de los jóvenes que en ese momento teníamos entre 14 y 16 años de edad.
“Normita”, como la llamamos, trabajó muchos años entre los jóvenes de nuestra iglesia, guiando al grupo junto a otros hermanos que la ayudaban, pero ella hizo siempre mucha tarea espiritual y en especial de contención y acompañamiento a los jóvenes en sus cenas, sus viajes para visitar iglesias, sus paseos, salidas etc. Damos gracias al Señor porque este año aún pudo salir adelante de esta enfermedad que azota al mundo y Dios le permitió ir recuperándose para seguir sirviéndole y siendo fiel hasta el día que Él venga o la llame a Su presencia.
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“Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.” 1ª. Corintios 15: 57 y 58
Doy gracias a Dios por poder hoy recordar 30 años atrás, cuando se inició tan linda misión como fue el Boletín.
Recuerdo que esperaba ansiosa que llegara “esa tarde”, una vez al mes, donde nos juntábamos, Juan Pablo, David De Nardo y Gabriela Bandín y yo. Ellos eran niños pero muy responsables y entregados a la obra del Señor.
Mientras, compartíamos mates, revisábamos el trabajo de cada uno e intercambiábamos opiniones, textos, testimonios que nos enviaban nuestros hermanos, colaborando todos de distintos lugares.
Una experiencia única, doy gracias a Dios por tal oportunidad y a mis compañeros de camino por permitirme crecer y fortalecer en los caminos del Señor.
Norma Miquelarena – ICE en Tandil
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