Esta historia la encontramos en el Antiguo Testamento, en el Libro de 1° Samuel, capítulo 25. Se relata allí que Abigail era la esposa de Nabal, hombre rico, rudo, al que no se le podía hablar; desconfiado y subversivo con la autoridad (versículo 17). Su nombre se traduce, “hijo de Belial”, es decir, hijo del Diablo. Lo que describe su carácter como alguien malo, perverso, indigno y depravado. Su mujer, por el contrario, no se había “mimetizado” con él y se la describe en el verso 3 como una mujer de buena gracia y prudente. Su nombre significa: “El padre salta de júbilo, fuente de alegría”. Preciosa reflexión que ya podemos hacer, si nos preguntamos: ¿Qué concepto podrá tener de mí, el Padre celestial? ¿Se podrá gozar en mí? (Sofonías 3:17)
Comienza el pasaje contando muy brevemente la muerte de Samuel profeta y hombre de Dios extraordinario. Este profeta muchas veces mitigó la furia del rey Saúl contra David. Imaginemos el estado del futuro rey, su dolor ante esta pérdida que había sido de gran ayuda y bendición en tantas oportunidades. Es en este contexto en el que David huye al desierto con sus hombres y que sabiendo que los pastores de Nabal estaban esquilando sus ovejas por ese mismo lugar, David envía diez hombres para que le den lo que tuviera mano, para comer (versos 5 a 8). Nabal se niega a este pedido y maltrata a los mensajeros de David (verso 10 y 11). Éste, al enterarse, quiere tomar venganza por mano propia. Y se va con un grupo de hombres armados para ir contra Nabal y su casa. (versos 12 y 13). Es en esta situación, que Abigail es avisada por un mensajero de los que trabajaban en su casa, diciendo: “Ahora pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal está del todo resuelto…” (verso 17) Vemos que Abigail no se victimiza ni se desconsuela por lo que había hecho su marido y que no tenía, vuelta atrás. Tampoco huye del problema, buscando refugio en la casa de su padre o algún otro familiar.
Trasladándolo a nuestra propia experiencia, podemos decir que, al igual que Abigail, muchas veces quizás nos hallamos en situaciones en el que el mal está ya resuelto para nuestro hogar o familia, por una mala decisión de algún familiar que nos perjudica directa o indirectamente. En los versículos siguientes podemos ver cómo actuó Abigail, ante esta difícil situación; “Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien hilos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y cargólo en asnos; Y dijo á sus criados: Id delante de mí, que yo os seguiré luego. Y nada declaró á su marido Nabal. Y sentándose sobre un asno descendió por una parte secreta del monte, y he aquí David y los suyos que venían frente á ella, y ella les fué al encuentro.”(v. 18 a 20) Tomó de lo que habían preparado para la celebración que estaban por realizar, no se desesperó, pero actuó con diligencia a atender la solicitud del futuro rey, con el fin de aplacar la furia y librarse del mal que le venía.
David le comenta en ese encuentro, el tiempo que él y sus hombres habían cuidado de las tierras de Nabal y sus pastores y cómo su esposo le devolvía mal por bien. “Y como Abigail vió á David, apeóse prestamente del asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, inclinóse á tierra; Y echóse á sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva. No ponga ahora mi señor su corazón á aquel hombre brusco, á Nabal; porque conforme á su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la locura está con él: mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.” (ver 23 a 25)
Se humilló ante la presencia del rey y le ofrendó. También le reconoció como tal y lo alabó…es una preciosa figura de lo que debemos hacer ante nuestras dificultades, buscar al Rey de reyes, postrarnos ante Él, reconociéndole y confesando nuestros pecados. Llama la atención de que ella se hizo cargo del pecado de su esposo…no lo defendió ni tampoco lo ocultó. También el Señor Jesús se hizo cargo de mi pecado y pagó mi culpa, ¿no podré yo hacer lo mismo, con mi hermano?
Fue llamada por David “bendita” y alabó a Dios por su presencia.
"Y dijo David á Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases; Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir á derramar sangre, y á vengarme por mi propia mano: "(verso 32 y 33)
También nosotros podemos, si queremos, tener esa sabiduría que viene de lo alto, que es sólida, se puede ver y tocar, es tangible a los demás, me preserva del mal y de errar. (Proverbios 2: 1 a 8)
“Y recibió David de su mano lo que le había traído, y díjole: Sube en paz á tu casa, y mira que he oído tu voz, y tenídote respeto.” (ver.35)
Así también oiremos la voz del Señor que considera nuestro pedido, si aprendemos a ir a Sus pies, en humildad y con reconocimiento de pecado, adorándole de todo nuestro corazón.
Que el Señor nos bendiga y podamos ir a Él en el día del conflicto y Él nos oiga como dice el Salmo 20,
"OIGATE Jehová en el día de conflicto;
Defiéndate el nombre del Dios de Jacob.
Envíete ayuda desde el santuario,
Y desde Sión te sostenga.
Haga memoria de todos tus presentes,
Y reduzca á ceniza tu holocausto. (Selah.)
Déte conforme á tu corazón,
Y cumpla todo tu consejo.”
Por último, creemos que, así como Abigail fue la fuente de alegría del Padre celestial, también deseamos que el Señor encuentre en cada uno de nosotros Su alegría… Tantas veces le somos de tristeza, y “salta” pero de asombro por nuestro accionar brusco y destemplado. Que podamos ser como esta mujer, de impedimento para que no peque el que está a nuestro lado; para que le seamos de bendición a todo aquel que nos rodee. Que puedan alabar Su Nombre y nuestro razonamiento sea bendito por Él, para bien hacer, hoy y siempre, en pos del Rey eterno.
LA REDACCIÓN
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