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Al Muy Amado Gaio


Lectura base: Tercera Carta de San Juan Apóstol: 1 a 8


Introducción:


El apóstol San Juan escribió tres cartas, la primera, la más extensa, es llamada universal porque se dirige a los primeros cristianos de esa época, seguramente de la iglesia en Éfeso en donde hizo una gran obra evangelística, y también dedicada a todos los cristianos de todos los tiempos como nosotros hoy. Es una carta que no tiene formato de carta tradicional, dirigida a alguien en particular y finalizando con saludos especiales. Se cree que las tres cartas fueron escritas hacia fines del siglo 1 después de Cristo, y que Juan las escribió ya en sus últimos años de vida, antes de partir con el Señor.


El escritor de la carta:


La tercer carta de Juan de tan sólo 15 versículos, fue escrita a un hermano que se llamaba Gaio. La carta comienza diciendo “El anciano al muy amado Gaio, al cual yo amo en verdad.” Esta presentación de Juan nos deja ver una vez más su humildad, ya que no se presenta como el Apóstol San Juan, sino como el Anciano, posiblemente haciendo referencia a su oficio como pastor u obispo, ya que también se los conocía como ancianos a quienes ocupaban ese lugar en la iglesia de Cristo, aunque bien podía referirse a su edad avanzada. Esta presentación del apóstol podemos relacionarla con otra de sus menciones en el evangelio que fue escrito por él cuando se refiere a él mismo en el capítulo 20 verso 2 dice: “Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, …” Así lo hace en varios versículos del evangelio, él no se nombra, dice el “otro discípulo” y al finalizar su evangelio dice el verso 24 “Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero.” No debe aparecer nuestro nombre, debemos dejar que se vea Cristo en nosotros. Estar muertos a la vieja naturaleza y nuestras vidas escondidas en Cristo, para que se vea el Señor ante todo. (Col.3-3)


El destinatario de la carta: un testimonio de verdad, amor y fidelidad al Señor


Gaio era muy querido por el apóstol Juan ya que lo llama “al muy amado” y luego en los versos 2, 5 y 11 le vuelve a llamar de la misma manera. El apóstol Juan se caracterizaba por sus expresiones de amor fraternal y se dirigía a los hermanos en Cristo con amor y con humildad cuando leemos en la primera epístola muchas expresiones como “hijitos” (1a.Juan 2:18), “muy amados” (1a. Jn.3:2) o “carísimos” (1a.Jn.3:21). Preciosa enseñanza para nosotros los creyentes de este último tiempo en el que la caridad resfriada es una señal del tiempo de la Venida del Señor. Que no seamos nosotros partícipe de esta señal, sino por el contrario, amemos a Cristo y a los hermanos de todo corazón y en el amor derramado por el Espíritu Santo en nuestros corazones. ¿Podremos tener estas expresiones para con nuestros hermanos como lo hacía Juan para con todos y con Gaio en especial?


El apóstol Juan afirma en el comienzo de la carta, en el verso 1, que él lo amaba en verdad a Gaio, que no era un amor hipócrita. ¡Cuidado con nuestras expresiones! Debemos recordar lo que dice Romanos 12:9 y 10 “El amor sea sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos a lo bueno; Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros.” Estas eran palabras del apóstol Pablo, para con los hermanos de Roma, y también las experimentaba Juan al escribir sus cartas porque él prevenía con honra a su hermano Gaio al dirigirse con expresiones tan llenas de amor fraternal, de amor cristiano. ¿Cómo me dirijo hacia mis hermanos? ¿Los honro con mi manera de tratarlos?


Juan habla mucho del amor, y él es quien escribió lo que conocemos como el “corazón de la Biblia”: Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” En la primera carta, nos dice en el capítulo 3, los versos 16 a 18 lo siguiente: “En esto hemos conocido el amor, porque él puso su vida por nosotros: también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Mas el que tuviere bienes de este mundo, y viere a su hermano tener necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad.” Y en el verso 23 nos reafirma que es un mandamiento de parte de Dios que nos tenemos que amar los unos a los otros, porque así lo mandó y lo mostró primero el Señor.


Según vemos en el verso 2, se puede interpretar que el hermano Gaio no gozaba de buena salud, por ese motivo, el apóstol le dice “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas salud, así como tu alma está en prosperidad.” Qué precioso deseo del apóstol para con su amado hermano, que seguramente sería uno de sus motivos de oración diaria. La falta de salud física es por lo general, un impedimento para obrar. Dependemos mucho de la salud para desarrollarnos en la vida cotidiana y es por eso que debemos cuidarla y ser agradecidos al Señor cada día, cuando la tenemos. A veces como le pasaba a Pablo o tantos apóstoles, sufrían aguijones en su carne para experimentar la potencia de Dios en medio de la tribulación y aun así servían al Señor.


Ejemplo de servicio andando en la verdad:


Gaio no dejaba de servir a Cristo, daba su vida, sus bienes, su tiempo por los hermanos y en especial por los misioneros que viajaban llevando la palabra por las distintas regiones. Hoy en día se predica y desea la prosperidad económica y material, el éxito profesional, etc, etc, todas cosas para este mundo terrenal. Sin embargo, lo que vemos en Gaio es un ejemplo de cristiano prosperado espiritualmente. ¡Alma en prosperidad! Gaio no amaba de palabra o de lengua, sino que hospedaba y servía a los hermanos y lo hacía en amor y en fidelidad al Señor y a Su Palabra. Era un creyente destacado por su servicio desinteresado a favor de los hermanos. Dice el verso 3 de esta tercera carta de Juan, que cuando los evangelistas volvieron de sus viajes, le contaron a Juan todo el buen testimonio que estaba dando Gaio al “andar en la verdad”: “Ciertamente me gocé mucho cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, así como tú andas en la verdad”. ¡Qué precioso ejemplo para imitar! ¿Qué podrán decir los hermanos de mí en la congregación? ¿Qué dirá el pastor de una iglesia cuando otro consiervo le pregunta sobre la vida espiritual de un hermano o hermana de la congregación? Pero lo más importante es pensar, en ¿Qué opinión tendrá Dios mismo de mi vida de servicio al Señor?


Ejemplo de fidelidad en el servicio:


Dice el verso 5 que Gaio hacía todo fielmente, ya sea para con los hermanos de la iglesia, como para con los extranjeros, para con los que venían de afuera a traer la palabra, aquellos que él no conocía, pero que servía y hospedaba con fidelidad a Dios porque eran sus hermanos en la fe. Fiel es aquél que actúa con constancia y compromiso, respecto a los sentimientos, ideas u obligaciones que asume. Y en este caso, Gaio hacía todo fielmente según la Palabra fiel, y según el Señor de esa Palabra que también es fiel. (1a. Tim.4:9 “Palabra fiel y digna…” y 1°Tesal.5:24 “Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará.”) y al Señor. Así es que el apóstol le dice estas palabras tan preciosas: “ Amado, fielmente haces todo lo que haces...”Muchos textos hablan en la Biblia de ser fieles al Señor porque Dios es fiel. Salmo 101-6 “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra para que estén conmigo: el que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá.”, “...Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.” (Apoc.2:10) En 2da. Timoteo 2::13 se nos dice que “...si fuéremos infieles, él permanece fiel: no se puede negar a sí mismo.” Aun siendo fieles en lo muy poco como dice Mateo 25:23, el Señor nos bendecirá en lo mucho. Ese es nuestro fiel y misericordioso Padre. Así lo hizo con Gaio, que le dio el privilegio de que su testimonio de fidelidad y amor al Señor y a los hermanos, quedase registrado en las Sagradas Escrituras para testimonio de toda la humanidad hasta nuestros días. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor (Mat.25:23)


Ejemplo de amor en el servicio:


El verso 6 nos dice también que los misioneros al regresar a su congregación local, daban testimonio del amor de este fiel hermano: “Los cuales han dado testimonio de tu amor en presencia de la iglesia: a los cuales si ayudares como conviene según Dios, harás bien.” En el verso 3 vimos cómo testificaban que Gaio andaba en la verdad y aquí vemos en el verso 6 que testificaban del amor fraternal. ¡Qué manera de adornar la doctrina y el evangelio de Cristo!


Estos hermanos misioneros, eran siervos de Dios que hacían la obra recorriendo las iglesias, confirmando la fe y predicando el Evangelio, y dice el verso 7 que no habían recibido ni pedido ayuda económica de los Gentiles para este ministerio. Es por ello que Gaio era ejemplo en hospedarlos como dice el 8 y suplir sus necesidades. Se cree que él tenía prosperidad material pero no le interesaba otra cosa que ponerla al servicio de la obra del Señor porque como dice este versículo, él quería ser “cooperador de la verdad”. La palabra cooperar significa: Hacer algo para que junto a la acción o el esfuerzo de otras personas se consiga un determinado resultado.” Así cualquiera de nosotros podemos ser cooperadores de la verdad o coadjutores, es decir ayudadores de los siervos de Dios, de pastores, misioneros, predicadores, maestros de Escuela Dominical, etc, desde lugares que no son los más vistos a los ojos humanos tal vez, pero que son tan necesarios que sin esos hermanos ayudadores se resentiría la tarea en unos pocos hermanos y la obra se realizaría con mayor dificultad y lentitud.

El apóstol Pablo mencionaba mucho a sus colaboradores y coadjutores y los valoraba y animaba a ser fieles al Señor como lo hacía Gaio.(Filemón v.24)


Un ejemplo claro de esto lo podemos ver en el capítulo 16 de Romanos, la parte final de esta epístola que Pablo les escribió, y allí leemos en los versos 1 y 2 por ejemplo: “Encomiéndoos empero a Febe nuestra hermana, la cual es diaconisa de la iglesia que está en Cencreas: que la recibáis en el Señor, como es digno a los santos y que la ayudéis en cualquiera cosa en que os hubiere menester: porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.” Podemos ver que aquí aparece en otra carta apostólica, otro ejemplo de ayudadora y fiel sierva de Dios, Febe, la diaconisa de Cencreas. Así como Gaio, tuvo el privilegio de que su nombre fuera leído por generaciones hasta la Venida del Señor, por haber ayudado a muchos y haberlo hecho como conviene según Dios. Esa es la clave de un servicio espiritual y eficaz que glorifique al Señor en todo. Si se hace en el Señor y según Dios, la ayuda será de bendición y pasará la prueba el día en que hemos de estar ante el Tribunal de Cristo. 2da. Corintios 5:10 y 11:


Porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo. (v.10) Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos a los hombres, más a Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos manifiestos.”(v.11)


El servicio en la obra lo debemos hacer estando poseídos del temor de Dios como lo hacía este fiel hermano, para que luego todos los que nos rodean puedan persuadirse de nuestro testimonio y glorifiquen a Dios. Mientras que así lo hacemos, seremos manifiestos a Dios y tendremos la conciencia tranquila ante Su Presencia por servirle como conviene, sabiendo que el trabajo en el Señor nunca será en vano. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.” 1a. Corintios 15:58.


La Redacción








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