¿A qué Iglesia estoy concurriendo? ¿En qué se diferencia esta Iglesia de las demás?
Introducción: Dice la Palabra de Dios en el Salmo 78: 2 y 3
“...Hablaré cosas reservadas de antiguo: las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron.”
Dice también el Salmo 102:18:
“Escribirse ha esto para la generación venidera...”
Esto es lo que nos proponemos hacer al referirnos a la historia de nuestras Iglesias y al Testimonio que sustentamos: contar las maravillas de Dios y dejarlas escritas para la generación venidera.
El fin es “...que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, y guarden sus mandamientos.”
Y en el Salmo 102: 18 agrega “…Y el pueblo que se criará, alabará a JAH.”
Sabemos por lo reflexionado en ateneos anteriores, (Ver Ateneo de: “Las religiones”), que aunque hay muchas “ofertas de fe”, una sola es la verdadera religión: la que nos religa con Dios. Y eso solo se alcanza por la obra Redentora del Señor Jesús, según lo revela la Biblia que es la Palabra de Dios: Juan 14:6; Hechos 4:12; 1° Timoteo 2:5.
Existen hoy muchas sectas que confunden el alma de la gente y también hay muchas iglesias “Evangélicas”, pero no todas transitan la verdad de la Palabra de Dios. Por esa razón quisimos hacer reflexionar a nuestros jóvenes.
¿A qué Iglesia estoy concurriendo? ¿En qué se diferencia esta Iglesia de las demás? Responderemos estas preguntas a la luz de la Santa Palabra de Dios.
La primera pregunta que nos hicimos es:
1° ¿Cuál es el nombre de nuestra Iglesia? ¿Nos llamamos Iglesia “Philadelphia”?
Las Iglesias que patrocinan la edición de este Boletín Juvenil tomamos el nombre bíblico de “Cristianos” tal cual aparece en la Palabra de Dios: Hechos 11:26 ; Hechos 26:28; 1° Pedro 4:16. Por lo tanto, nuestro nombre es “Iglesia Cristiana Evangélica” sin ningún aditamento.
Iglesia: del griego “ekklesia”, lo cual significa los llamados afuera; los comprados por Su sangre (Hechos 20:28)
Cristiana: que sigue a Cristo del cual recibimos la gracia de ser sus hijos y la bendición de formar parte de Su Cuerpo (Efesios 1:5 y 23)
Evangélica: Iglesia que se apoya sólo sobre los Santos Evangelios, única autoridad para guiarnos, lo cual incluye toda la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
El lema de nuestras Iglesias es:
“Al Señor del todo, a la Biblia en todo.
Al Señor en plena sumisión, a la Biblia en pleno acatamiento”.
No nos basamos en ningún dicho de hombre ni nos distinguimos por algún tipo de práctica. Cristo y Su Palabra son los únicos que nos distinguen.
2° ¿Por qué entonces se nos asocia con el nombre “Philadelphia”?
Las Iglesias Cristianas Evangélicas que representamos sustentamos un Testimonio de fe, al cual llamamos “Philadelphia” haciendo honor a esa Iglesia de Asia del primer siglo que se distinguió por su fidelidad y no recibió reproche alguno del Señor (Apoc. 3: 7 a 13). La Iglesia del último tiempo: a eso aspiramos.
3° ¿Qué significa sustentar un Testimonio de fe?
Dar un testimonio es “decir una verdad con seguridad”, por lo tanto las Iglesias Cristianas Evangélicas proclamamos a viva voz y con seguridad esta verdad: que Cristo es el Único Salvador y Mediador entre Dios y los hombres y que la Biblia, la Palabra de Dios es inerrable e infalible, inspirada por Espíritu Santo y nuestra única regla de fe doctrinas y prácticas.
No es una organización de ninguna especie. Es un Testimonio Espiritual que no se rige por jerarquías ni comisiones directivas. Cada Iglesia local lo representa en cada lugar. Así lo expresa la Proclama del Testimonio Philadelphia.
4° ¿Por qué causa surgió este Testimonio?
Surge como respuesta a las demandas del mismo Señor Jesús. Él nos advirtió en su Sermón Profético: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aún a los escogidos. He aquí os lo he dicho antes.” (Mateo 24: 24 y 25). (Comparar con Mateo 7:21 a 23)
También los apóstoles lo advirtieron. En Hechos 20:28 a 30 el apóstol Pablo dejó registrada tal advertencia a los ancianos de Éfeso que nos alcanza hoy a nosotros “…Mirad por vosotros, y por todo el rebaño... Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces...Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas...”
El apóstol Pedro en su segunda carta capítulo 2 denuncia a los falsos.
En 1° Juan 4:1 dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo”.
Y el apóstol Judas nos ruega con solicitud “…que contendáis eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.”(Judas 3)
Todo lo dicho y muchos otros textos bíblicos al respecto nos muestran que la Palabra de Dios requiere la existencia de un Testimonio de fe.
5° ¿Cuál es, en verdad, nuestra historia?
Sabemos que allá por el año 1860 llegó el Evangelio a las costas del Río de La Plata. Un Evangelio puro, sano, traído por los misioneros desde Europa. Pero pasados unos 40 años, allá por el año 1900, el diablo comenzó a hacer su obra y así llegaron también los primeros modernistas trayendo falsas doctrinas que se fueron infiltrando poco a poco en las fieles congregaciones de América.
Muy sigilosamente y con engaño tal cual lo advirtió el Señor y también los apóstoles, los falsos entraron encubiertamente y aquí en Argentina pocas congregaciones fueron libradas de este mal.
El Ecumenismo (la mezcla heterogénea de distintas doctrinas con el fin de alcanzar la unidad); el Modernismo (la reinterpretación de la Palabra de Dios al punto de corromper su genuino significado) y otros “ismos”, invadieron las iglesias Evangélicas en Argentina sin que los fieles lo advirtieran.
Fue así que en el año 1935, una familia humilde, sin estudios preminentes pero muy amadores del Señor y Su Palabra, descubrieron que en la Iglesia a la cual concurrían se predicaba que “Jesús era hijo de José”, que “había mitos y leyendas en la Biblia”, o que “la Segunda Venida del Señor era un simple relato sin relevancia alguna”.
Allí mismo levantaron la voz y por esa razón fueron invitados a dejar la congregación de la cual eran miembros activos, si persistían en dar un mensaje de fidelidad, contendiendo por la del Evangelio (Judas 3).
Esos hermanos fueron la familia Di Pardo, el anciano don Liborio y sus hijos, entre los que estaban José María y Armando que, siendo muy jóvenes, también oyeron el reto del Señor a la fidelidad. Así, apoyados por otros hermanos fieles que se unieron a su mensaje de DEFENSA Y CONFIRMACIÓN DEL EVANGELIO, salieron en busca de aquellos hermanos que sufrían el mismo dolor.
Hubo respuesta: en el año 1938 se formó la Iglesia Cristiana Evangélica en casa de los hermanos Di Pardo, siendo pastores de la misma el anciano don Liborio y su hijo Armando. Y diácono, el hermano José María.
Así formada la Iglesia, salieron a advertir del peligro a otros hermanos, oyendo como el apóstol Pablo las palabras del Señor: “…No temas, sino habla y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal...” (Hechos 18: 9 y 10)
Muchos hermanos fieles se unieron al movimiento de fe que había comenzado, pero todos ellos debieron sufrir el desprecio y la incomprensión dentro de las filas Evangélicas.
El Señor los hizo fuertes y oyeron como Jeremías la voz de Dios: “…Yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce... y pelearán contra tí, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte.” (Jeremías 1:18 y 19)
Así fundaron el Movimiento A.L.E.R.T.A. en el año 1952, con un llamado de Dios al pueblo cristiano para velar, orar y obrar. La Escuela Bíblica de Teología A.L.E.R.T.A., en el mismo año, para formar siervos fieles. En el año 1964, la COMUNIÓN DE IGLESIAS e INSTITUCIONES ADELPHIA y en el año 1966 se proclamó el TESTIMONIO MUNDIAL DE IGLESIAS CRISTIANAS EVANGÉLICAS “PHILADELPHIA”, un 17 de AGOSTO, en Buenos Aires Argentina; el 3 de Setiembre, en Montevideo Uruguay y el 15 de Noviembre de ese mismo año en Estados Unidos.
Hasta aquí, año 2024, seguimos levantando la bandera de la Verdad que el Señor da a los que temen Su Nombre... “Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad.” (Salmo 60:4)
“Y en nada intimidados de los que se oponen...” (Filip.1:28) porque nos es concedido el
privilegio, no solo de creer en Él, sino también de padecer por Él, buscando todavía
a otros hermanos que como nosotros sufren al ver cómo ha claudicado el pueblo
de Dios. Oímos su voz “No temáis, manada pequeña…”(Lucas 12:32) y queremos que
cuando el Señor venga, nos halle velando.
“Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el Señor viniere, hallare haciendo así.” (Lucas 12:43)
Esta es, en forma muy simple y resumida de nuestra historia. Dios nos ayude en nuestra flaqueza a no bajar los brazos. Casi todos los hermanos que sintieron este llamado a la fidelidad, están ya en Su Presencia.
Hoy el Señor busca jóvenes que sientan el mismo ardor en sus corazones y digan como el profeta Jeremías “...fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20:9)
También el salmista David decía: “Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.” (Salmo 119:136)
“Tiempo es de hacer, oh Jehová, disipado han tu ley.” (Salmo 119:126)
¡Que esta sea la experiencia de todos los lectores!
(Tema tratado en la reunión juvenil de la Iglesia Cristiana Evangélica en Tandil, en modalidad Ateneo, coordinado por la hna. Edith Marino de De Nardo.)
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