¿Puede un cristiano ir al psicólogo? (Ateneo Juvenil)
- Iglesia Cristiana Evangelica Tandil
- 28 sept
- 10 Min. de lectura

Dice la Palabra de Dios en 2° Timoteo 3:1 “Esto también sepas, que en los postreros días...” (o sea, en este tiempo) “vendrán tiempos peligrosos.” Y comienza a enumerar una serie de características propias de los hombres de este tiempo: “sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles…” (verso 3) También dice en el verso 4: “…arrebatados”.
Estas actitudes nos muestran el desequilibrio mental, tanto de niños como de jóvenes y adultos; aún ancianos que con violencia y sin ningún reparo, actúan unos contra otros trayendo confusión tristeza, temor.
La gente no tiene paz; a veces como consecuencia de consumos (prohibidos o no), que dañan el cerebro y el cuerpo en general; otras veces, por cuestiones familiares que dañan el alma. Puede ser de un individuo o del ambiente, pero todo es producto del pecado y de no tener a Dios en su noticia.
Por eso dice en Romanos 1:28: “Y como a ellos no les pareció tener a Dios en su noticia, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer lo que no conviene.”
En este contexto la sociedad toda está en busca de sosiego, de tranquilidad.
Nos hacemos entonces la primera pregunta:
1° ¿A quién acude el hombre en busca de auxilio?
Dice el profeta Isaías en el capítulo 31 verso 1: “¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros... y en caballeros... y no miraron al Santo de Israel, ni buscaron a Jehová!”
Egipto es figura del hombre, del mundo cuyo príncipe y ordenador es Satanás (Juan 14:30).
Así se nos presentan hoy en día infinidad de ofertas para alcanzar sosiego: además de los psicólogos (que es el tema que nos ocupa en este Ateneo), el mundo ofrece otras opciones provenientes de filosofías orientales que, obviamente, no se apoyan en el verdadero Dios y Su Palabra. Entre otras que podemos mencionar, se destacan las llamadas terapias energéticas de sanación como el Reiki, o las muy populares como la meditación, o también el yoga, que combina los ejercicios físicos con técnicas de respiración y meditación.
Y como dice el verso 3 de Isaías 31 “...los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu: de manera que en extendiendo Jehová su mano, caerá el ayudador, y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.”
ES CATEGÓRICA LA RESPUESTA BÍBLICA: los hijos de Dios no debemos ir en busca de ayuda a estas filosofías que provienen del mismo Satanás.
Pero no podemos negar que, lamentablemente, aunque no debería pasar pues tenemos un Dios Todopoderoso, este tipo de desequilibrios también afectan a los hijos de Dios: ansiedades, angustias, depresiones, pánico, etc. Entonces… ¿A quién debemos acudir nosotros, siendo Sus hijos? Ya sabemos que no debemos ir a las prácticas mencionadas en el párrafo anterior. Pero ¿podemos ir al psicólogo, siendo creyentes renacidos? Sigamos analizando antes de responder esta pregunta.
2° ¿Qué órgano de nuestro cuerpo controla la mente?
El cerebro. Un órgano tan maravilloso que se ocupa de todo: controla el habla, el pensamiento, las emociones, la lectura, la redacción y el aprendizaje. Además el funcionamiento de los músculos; actúa en actividades sensoriales e intelectuales como la memoria y la resolución de problemas... y controla los movimientos del cuerpo. ¡Maravilla de la creación de Dios!
Es por todo ello que el cerebro, como todo el resto de nuestro cuerpo, merece atención y así como hay médicos que se ocupan del funcionamiento del corazón (el cardiólogo), de nuestros pulmones (neumonólogo) de nuestros riñones (el nefrólogo), etc... También hay médicos que se ocupan de nuestro sistema nervioso formado por el cerebro, la médula espinal y los nervios.
3° ¿Quiénes son los médicos que se ocupan de nuestro cerebro?
Los profesionales médicos que se ocupan del funcionamiento de nuestro cerebro son dos: el neurólogo y el psiquiatra. La neurología y la psiquiatría son dos ramas de la medicina con un foco de trabajo común: el cerebro humano. Sin embargo su centro de atención es distinto: la neurología se centra en enfermedades que afectan al cerebro (dolores de cabeza y migrañas, epilepsia, accidentes cerebrovasculares (ACV), esclerosis múltiple, párkinson, Alzheimer, problemas de memoria, equilibrio, entre otros). La psiquiatría en cambio, se centra en los desórdenes de la mente (Trastornos de ansiedad: por ejemplo pánico, TOCs, fobias; Trastornos del estado de ánimo: como la depresión, bipolaridad; Psicosis: como la esquizofrenia; Trastornos alimentarios: como la anorexia nerviosa y la bulimia; Adicciones y trastornos por consumo de sustancias: Como el alcoholismo y la drogadicción; Trastornos de la personalidad.)
Ambas emplean medicación para corregir las conductas y trabajan en forma complementaria.
El psiquiatra actúa en el área mental de la enfermedad y el neurólogo en el área física.
El psiquiatra afronta los trastornos mentales desde el modelo médico pero considera fundamentales tanto los factores biológicos como los psicológicos, socioculturales y antropológicos.
Otro especialista de la salud mental es el psicólogo. El Psicólogo no es médico por lo cual no está autorizado a recetar medicamentos. La base fundamental de su tratamiento es el diálogo, por el cual la persona habla abiertamente con alguien objetivo, neutral o imparcial.
El terapeuta y el paciente trabajarán juntos para cambiar los patrones de pensamiento y del comportamiento que le impiden sentirse bien.
El psicólogo muchas veces quiere penetrar hasta el umbral del misterio humano con el fin de ayudarle, ofreciendo estrategias para modificar su conducta. Es decir, no medica, no actúa sobre el funcionamiento del cerebro (como lo hace el neurólogo o el psiquiatra) si no sobre sus emociones. El paciente no está clínicamente enfermo, pero sí perturbado en su alma y no logra vivir plenamente. La palabra psicología significa “estudio del alma”. Psiquis-alma / logía-estudio.
Concluimos esta parte diciendo que sólo el neurólogo y el psiquiatra usan medicación.
El psicólogo, en cambio, usa técnicas de modificación de conductas, estrategias.
4° ¿Cuál es la reflexión a la qué arribamos después de todo lo dicho?
Dios en Su Palabra, no se opone a la verdadera ciencia: Lucas era médico y fue de mucha ayuda para el apóstol Pablo en sus viajes misioneros. Pero el mismo apóstol nos advierte que nos guardemos de las pláticas vanas y de los argumentos de la falsamente llamada ciencia. (1° Timoteo 6:20)
Entrando a la pregunta que quedó pendiente sobre si podemos ir al psicólogo, siendo creyentes renacidos, nos preguntamos... ¿Puede un hombre penetrar y conocer el alma de otro hombre?
La Biblia dice claramente a través del profeta Jeremías en el tan conocido texto del capítulo 17, versos 9 y 10: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones...”
Dice además el Salmo 139: 1 y 2 “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, Has entendido desde lejos mis pensamientos”.
Y como dicen los versos 15 y 16: “…en oculto fui formado, y compaginado… Mi embrión vieron tus ojos...” El me formó en el vientre de mi madre... ¿Quién mejor que mi Dios para ayudarme?
No negamos las buenas intenciones de los psicólogos que, estudiando la conducta humana, llegaron a conclusiones diversas para ayudar. (Aunque son sólo teorías que, en algunos casos, pueden ser apropiadas para resolver determinadas situaciones.)
PERO... recordemos las palabras del profeta: “…Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.” (Jer. 17:5)
Dice Proverbios 14:10
“El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entrometerá en su alegría.”
5° ¿Cómo puede entonces, un hijo de Dios, resolver estos conflictos del alma?
Debemos aclarar, primeramente, que desde que una persona conoce a Cristo como su Salvador personal, debe confesarle todos sus males, no solamente reconocer su condición de pecador perdido y sus pecados, sino también, debe darse cuenta que, a partir de que “…está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor.5:17), por lo tanto, debe comenzar un proceso de transformación paulatina, que obrará el Espíritu Santo que está en nosotros desde ese día del Nuevo Nacimiento, en la medida en que se lo vayamos permitiendo. Cuanto más entrega tengamos a Él, más podrá obrar. ¡Cuánto hay por derribar en nuestras vidas! ¡Cuántos modos de conducta para corregir; cuántas obras de la carne debemos dejar! Lamentablemente, los cristianos renacidos muchas veces padecemos trastornos del alma, producto de no entregarnos completamente a la obra de renovación total que quiere hacer en nosotros.
Podemos ver en la Biblia que estos trastornos mentales o del alma existen desde tiempos antiguos. Tanto en el Antiguo como Nuevo Testamento vemos casos concretos de depresiones, desequilibrios, angustias, deseos de morirse, etc.
Recorramos un poco las páginas de la Biblia y hallaremos la respuesta a nuestra pregunta número cinco:
Elías el profeta, Anna la mamá de Samuel, Job, el Rey David, el salmista Asaph, son sólo algunos de los ejemplos que nos pueden mostrar que se cumplen ampliamente las palabras del salmista David: “…en la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.” (Salmo 94-19)
Consideremos a Anna: 1° Samuel cap. 1
Anna es un caso claro de depresión; por la multitud de sus congojas y su aflicción (verso 16) no comía y lloraba (verso 7 y 8). No dice el relato cuánto tiempo estuvo Anna en ese estado depresivo, pero debe haber sido mucho tiempo hasta que... “Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.” Derramó su alma delante de Jehová orando largamente (Leer versos 10 a 16).
No fue una oración superficial; fue una profunda y larga conversación con Su Señor, el Médico de los médicos que oyó su ruego y vio su aflicción.
Habló con Dios, y Dios le dio paz. Una paz permanente, perdurable, pues dice el verso 18: “…Y fuese la mujer su camino, y comió, y no estuvo más triste.”
Veamos a Job:
Conocemos bien su historia relatada en todo el libro que lleva su nombre. Un caso de angustia profunda debido a situaciones de muerte, de quebranto económico y de enfermedad. Podríamos decir que tenía sobrados motivos para entrar en angustia.
Como dice el salmista David en el Salmo 142:3 “Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda...”
¿De qué manera salió Job de ese estado?
Conocemos a sus amigos molestos que pretendieron ayudarlo usando métodos humanos, consejos sin ciencia. Pero hubo un amigo leal y fiel, Eliú, que con el amor de Dios lo guió a los pies de Su Señor. No fue él quien lo sacó de sus congojas, pero sí fue el instrumento usado por Dios.
Su alma fue vuelta a él cuando el Dios Soberano lo enfrentó con Su grandeza y lo interrogó hasta llevarlo a conocer lo más profundo de sus propias entrañas: “Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y hazme saber tú.” “…Yo te preguntaré, y explícame.” (Job 38-3 y 40-2)
Allí fue Job derrotado interiormente y rendido dijo: “He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? …Yo denunciaba lo que no entendía...De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.”
(Job 39-37 y 42-3 y 5)
El Rey David:
Dice el Salmo 119: 25 y 26 “Pegóse al polvo mi alma: vivifícame según tu palabra. Mis caminos te conté, y me has respondido: enséñame tus estatutos”.
Cuántas veces el alma de David se agobió, porque sufría todo tipo de persecuciones y oprobios, injustamente. Sin embargo podía decir: “En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.” (Salmo 94:19)
“Susténtame conforme a tu palabra, y viviré...Sostenme, y seré salvo; y deleitaréme siempre en tus estatutos.” (Salmo 119-116 y 117)
Sustentar, sostener, deleitarse… Eso es lo que mantuvo a David enhiesto y firme.
Sustentar es sinónimo de alimentar, nutrir y lo único que nutre al alma es la Palabra de Dios.
El profeta Elías: 1° Reyes 19
Dice el verso 4 que el profeta “vino y sentóse debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh Jehová, quita mi alma...”
¿Cuál fue el remedio para este hombre de Dios que cayó en un pozo depresivo al punto de desear morirse?
La presencia de un mensajero de Dios que le dijo por dos veces “…Levántate, come “ (versos 5 y 7)
Era el ángel de Dios que le traía una comida celestial que le dio fortaleza y caminó hasta el Monte de Dios (verso 8). Allí se metió en una cueva para encontrarse cara a cara con Dios. Y todo lo que se le ordenó, hizo el profeta. Como dice el apóstol Santiago “Elías era hombre sujeto a semejante pasiones que nosotros...” (Santiago 5- 17) pero en las fuerzas de Dios cumplió con el ministerio que se le había encomendado.
Por último conozcamos la experiencia del salmista Asaph: Salmo 73
Dice el verso 2 de este Salmo “Más yo, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos.” al punto de decir que en vano había limpiado su corazón y lavado sus manos en inocencia (verso 13)
Una claudicación de la fe que casi le hace caer, “hasta que venido al santuario de Dios...” (Verso 17) Allí es donde envía Dios bendición y vida eterna (Salmo 133), en Su Casa, donde está Su pueblo.
Dice el Salmo 42: 4 y 5 “Acordaréme de estas cosas, y derramaré sobre mí mi alma. Cuando pasaré en el número, iré con ellos hasta la casa de Dios…haciendo fiesta la multitud.”
Seguramente podremos encontrar otros casos bíblicos que nos serán de ejemplo, pero con los ya tratados podemos concluir diciendo: depresión, angustia, deseos de muerte, claudicación, tristeza... todo encuentra respuesta en la Comunión con Dios, por Su Palabra y la Oración, la ayuda de los hermanos que nos acerquen al Señor; el gozo de estar en Su Casa disfrutando del fraterno amor de Dios.
Decía una psicóloga en su plática hacia los pacientes: “la relación paciente-psicólogo es fundamental. Busque un psicólogo que empatice con usted.”
(Empatía: “ponerse en el lugar de otra persona para comprender sus sentimientos y perspectivas, sin necesariamente estar de acuerdo con ellos.”)
Si hay Alguien que se puso en nuestro lugar para comprendernos, aunque no necesariamente aprobara nuestros actos, ¡fue nuestro Señor Jesús!!!
Dice en Hebreos 4- 15 y 16:
“Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; más tentado en todo según nuestras semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia...”
Quién mejor que nuestro Señor para penetrar en los umbrales de nuestra alma... Qué mejor que la oración para contarle nuestras penas... Qué mejor que Su Consejo... Y qué mejor que mis hermanos en Cristo para comprenderme intercediendo ante el Trono de la Gracia...
Cuando el Señor curó al joven lunático (Mateo 17: 14 a 21 y Marcos 9: 14 a 29) dijo a Sus discípulos: “…Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.” (Mr. 9:29)
No es cosa fácil sanar la mente, el alma y ordenar los pensamientos, pero para Dios ninguna cosa es imposible.
Pidamos cita (con todo respeto dicho) con el gran médico Divino, Él siempre está disponible y digámosle:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Salmo 139: 23 y 24)
(Tema tratado en modalidad Ateneo, coordinado por la Hna. Edith Marino, en el Retiro Espiritual de Familias celebrado en el predio Ramón II, en la ciudad de Tandil, Pcia. de Bs. As., Argentina, durante los días 18 a 21 de Julio de 2025)