Lectura: Éxodo 3: 1 a 12
Buscando las características de la zarza encontré que es un arbusto espinoso, resistente, difícil de someter, que crece de forma enmarañada, formando en su conjunto setos impenetrables de diferentes alturas; que al llegar la primavera se transforma en una planta móvil, que, si se registrara en cámara rápida, se observaría su deseo de encontrar el soporte apropiado para sus ansias expansionistas.
Entendí más aún cómo el Señor, en Su perfecta sabiduría, utiliza la zarza para representar a Su pueblo, a Sus hijos, a cada uno de nosotros: espinosos, resistentes, difíciles de someter, enmarañados. Podemos ver que en Su misericordia no nos consume, por el contrario, habita en medio nuestro.
Me imagino la zarza ardiente, de pie, con sus ramas en medio de la llama, siendo ella un instrumento para que el fuego se manifieste. Así quiere el Señor en nuestra vida que Su fuego ardiente queme todo aquello que no le pertenece, que seamos un instrumento, que otros vean lo que Él ha hecho en nosotros, que llevemos el mensaje de salvación, que el calor y la luz de ese fuego que habita en medio de nuestra vida invite a otros a allegarse al Señor.
Como la zarza allí en el monte alto fue utilizada para que la Gloria de Dios se manifieste en medio de ella y sea instrumento para dar el mensaje de salvación, que así suceda en nosotros, que estemos dispuestos siempre en el monte alto, que el fuego arda, que queme nuestras carnalidades y que seamos útiles vasos para llevar el mensaje de salvación que nos ha encomendado nuestro Señor, con un testimonio vivo, santo agradable a Él.
Nazareth Nyville (ICE en Tandil, Anexo en San Antonio Oeste, Río Negro)
(Pensamientos basados en la meditación del Trabajo Práctico Formativo N°23 dado en la Escuela Bíblica “La Gracia del que habitó en la zarza” Éxodo 3: 1 a 8, dado por el Misionero Armando Di Pardo.)