Lectura bíblica: Job 42:1-10
Conociendo a Job.
Con la ayuda del Señor, meditaremos sobre algunos versículos del último capítulo del libro de Job.
Primeramente y de manera breve, haremos una presentación de quién era este personaje bíblico, basándonos en los primeros tres versículos del capítulo 1 de este libro: “Hubo un varón en tierra de Hus, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal. Y naciéronle siete hijos y tres hijas. Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quintas yuntas de bueyes, y quinientas asnas y muchísimos criados: y era aquel varón grande más que todos los Orientales.” Era un hombre de quien se podría decir “que lo tenía todo en la vida”, tenía salud, una gran familia, dinero, bienes en abundancia, grandes posesiones de tierra pero por sobre todas las cosas, tenía riqueza espiritual en su corazón, en su alma, porque lo demostraba con la vida recta y piadosa que llevaba. Era temeroso de Dios, es decir que llevaba una vida de santidad, de respeto a Dios, lejos de las costumbres y personas que podían ofender al Señor. Vivía consciente que los ojos de Dios están sobre los justos y sobre los que le temen.
Ser rico en Dios.
Leamos Proverbios 15:16 “Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación.” De qué nos sirve estar sanos y llenos de dinero y bienes materiales y amistades de este mundo, si estamos lejos del Señor. Es preferible tener poco o lo suficiente para vivir, y ser rico en Dios.
A veces vemos las grandes casas que otros tienen, los autos, las riquezas y nos puede pasar por la mente y aún hacer nido en nuestro corazón, el deseo de alcanzar al menos algunas de estas cosas, de lograr estos “sueños”; pero la Biblia es clara al respecto cuando el mismo Señor Jesús nos explicó al relatar la parábola del rico insensato en Lucas 12:16 a 21. Un hombre rico que juntó y acrecentó su hacienda y dijo “Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate.” (v.19) y Dios lo trató de necio, de loco e insensato, al pensar de esta manera, sin darse cuenta que, como dice el verso 20, si esa misma noche se moría, ¿de quién sería todo lo que él acumuló? no se lo podría llevar con él… “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.”(v.21) El Señor nos advierte en el verso 15 de Lucas 12, respecto a las riquezas y a los bienes materiales: “...Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”
“Ansiosa perplejidad”.
Finaliza este tema con los versos 29 a 31, cuando el Señor nos exhorta a no afanarnos, a no preocuparnos por nuestro futuro, más de la cuenta. Debemos estudiar, trabajar, pensar en tener una familia, si así Dios lo permite, pero no debemos vivir para trabajar y tener la mirada en las cosas de aquí abajo, sino que debemos recordar la exhortación del Señor que nos ayudará a descansar y esperar en él, siendo bienaventurados al practicarla: “Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, o qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; que vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.” Son palabras conocidas para los creyentes, muchas veces estudiadas, pero… ¿las experimentamos de igual manera en nuestra vida diaria? seguramente que estamos en falta ante el Señor. Muchas veces nos sentimos tan preocupados que entramos en la misma ansiosa perplejidad que tienen todas las gentes del mundo que no conocen al Señor. ¿Y qué significa esta expresión? La palabra “ansiosa” proviene del vocablo “ansiedad” que significa : “Estado de intranquilidad o inquietud muy intensas causado especialmente por algo desagradable o por la amenaza de una desgracia o un peligro.” (dicc.RAE) Y la palabra “perplejidad” quiere decir: “Irresolución, confusión, duda de lo que se debe hacer en algo.”(dicc.RAE)
Luego de leer estas dos definiciones, debemos analizar y reflexionar sobre nuestra conducta, ya que tal vez en más de una ocasión o quizás en este mismo momento, mientras estamos leyendo este escrito, nos encontramos en estas condiciones, intranquilos, inquietos, con miedo al futuro, confundidos de lo que tenemos que resolver y no sabemos cómo hacerlo, etc. etc. De esta manera viven los que no tienen a Dios en su noticia, en su corazón, quienes no son Sus hijos, pero ¿nosotros? … ¿cómo estamos viviendo frente a situaciones de la vida cotidiana? No olvidemos que el Señor nos asegura que si buscamos primero Sus cosas, la comunión con los hermanos, la oración y lectura de Su Palabra, el trabajar en Su obra, etc. Él nos bendecirá y nos dará todo aquello que es menester, añadirá a nuestra vida todo aquello que nos hace falta según Su santa voluntad y nos hará vivir tranquilos y descansando en Su Bendita Persona. “Considerad los lirios, cómo crecen: no labran, ni hilan; y os digo que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios a la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno; ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?”. (Lucas 12: 27 y 28)
Todo ayuda a bien para los que aman a Dios.
Job fue probado por Dios, quien permitió que Satanás le afligiera, matando sus siervos, sus hijos e hijas, destruyendo todas sus posesiones y arruinando su salud física. Satanás pensaba que Job servía y temía a Dios como respuesta a las bendiciones recibidas, pero Job lo hacía por amor al Señor, no por intereses materiales. Así Job cumplió la palabra de 1a.Tesalonicenses 5:18 que dice “Dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”, y cayendo en tierra frente a las aflicciones que estaba pasando, se humilló y adoró a Dios “Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” (Job 1:21 y 22)
Dios siempre tiene propósitos santos para Sus hijos y como dice Romanos 8:28, “Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados.” Job lo sabía como dice este texto, y por eso no pecó pensando que lo que le había sucedido no tenía sentido alguno. Job tal vez no lo entendía en ese primer momento cuando fue fuertemente probado pero luego de pasar por un tiempo de reflexiones con el Señor y de conversaciones con Él y luego de haber escuchado a sus amigos, aunque no le ayudaron como conviene según Dios, (3a. Juan 6), pudo llegar a expresar las palabras preciosas del capítulo 42:5 y 6 “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza.” Job creía que su vida era perfecta para con Dios y que Lo conocía plenamente, pero se dió cuenta que necesitaba pasar por el “crisol” de la aflicción para experimentar la paciencia, la fe en el Señor y para que, como dice Santiago 1: 3 y 4, sea perfecta, cumplida y cabal, la obra de la paciencia y no falte ninguna cosa. Así quiere Dios que nos suceda a cada uno de nosotros, Sus hijos. No nos reneguemos de las pruebas, sino que aceptemos con temor reverente la Soberana Voluntad de Dios para nuestra vida y seremos bienaventurados nosotros y los que nos rodean y por sobre todo glorificaremos el Nombre de Cristo.
“Yo conozco que todo lo puedes”.
Dice Job 42:2 “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de tí.” Estas palabras de Job son el resultado de haber pasado todo ese período de pruebas. ¡Qué confianza en Su Dios! ¡Cómo Lo llegó a conocer! Un Dios Todopoderoso que Todo lo sabe y que todo lo ve, nada se le escapa de Su Presencia, aún nuestros pensamientos. (Gén.16:13) Sólo Dios conoce lo que hay en el corazón del hombre.(1a. Cor. 2:11) Sólo Dios puede ver nuestras intenciones.
Tal vez podemos pensar que estamos bien con el Señor, que somos fieles porque cumplimos medianamente con los mandamientos del Señor, que no somos tan malos como los otros compañeros de escuela o trabajo, etc. etc. Pero no olvidemos que nuestro corazón es engañoso y perverso. Dice la Palabra de Dios en Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?” y Dios que conoce nuestro corazón como bien lo entendía Job, responde en el verso 10 del pasaje de Jeremías, “Yo Jehová, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.” Tal vez Job pensaba que sabía lo suficiente acerca de Dios y sus cosas, como nos puede llegar a pasar a nosotros pensando que, como hace años que venimos a la iglesia, tenemos las cosas bien sabidas. Sin embargo Job llegó a decir que a Dios lo había oído de oídas, es decir, como quien dice, lo había escuchado al pasar, muy superficialmente y no había tenido un encuentro personal e íntimo con Él como el que tuvo que pasar por medio de tan grandes pruebas. Luego de estas reflexiones, sintió aborrecimiento, desprecio por sí mismo y se arrepintió de no haberse preocupado por conocer y amar a Dios en la medida que debía haberlo hecho.
Hoy nadie se aborrece a sí mismo, muy por el contrario, en esta sociedad gobernada por Satanás, el hombre y la mujer se aman a sí mismos y aborrecen a Dios. Pero cuidado con nosotros los hijos creyentes que decimos que amamos y conocemos a Dios y después con los hechos lo negamos porque ponemos en primer lugar siempre nuestros gustos, nuestra familia, nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestras ocupaciones y en algún lugar, si nos queda algo de tiempo, nos ocupamos del Señor. Dios no puede añadir ninguna bendición cuando un hijo suyo actúa de esta manera. Las ventanas de los cielos se quieren abrir para nosotros pero Dios no lo hará hasta que no lo probemos y le obedezcamos realmente por amor. “...probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” (Mal.3:10)
Job y la oración intercesora.
Job tenía una costumbre muy santa que era la de orar por sus hijos e hijas todos los días, como debemos hacer quienes tenemos hijos, pero también por nuestros hijos e hijas espirituales, los niños y jóvenes de la iglesia. ¿Para qué oraba Job por sus hijos? Dice el verso 5 de Job capítulo 1 lo siguiente, hablando de los hijos de Job que cada día se reunían para hacer banquetes, fiestas entre sus hermanos y hermanas, “Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizás habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.” (Job 1:5) ¡Qué ejemplo el de Job! A esto llamamos “oración intercesora”. El libro de Job comienza en su primer capítulo dejándonos ejemplo de las oraciones intercesoras de este siervo de Dios y finaliza en el capítulo 42 de la misma manera. Leemos en el verso 10, que Dios bendijo a Job y lo restauró en todo sentido dándole más abundancia de la que tenía antes de la aflicción, porque Dios vió que Job no se ocupaba de su problema, orando por sus necesidades, las cuales tenía en gran manera y era lícito que lo hiciera, sin embargo nuevamente Job aquí intercediendo por sus amigos que no se lo merecían humanamente hablando porque no lo habían tratado bien, sin embargo en obediencia a Dios que dice que hay que orar por todos los hombres, aún por los enemigos. “Y mudó Jehová la aflicción de Job, orando él por sus amigos: y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.”
Estos amigos de Job, no actuaron bien con él, no le fueron de consolación, y Dios los reprendió y les pidió que se humillaran y ofrecieran sacrificios en arrepentimiento por lo que hicieron de no haber hablado rectamente de Job y haberlo exhortado como si fueran de parte de Dios, cuando en realidad se trataba de palabras humanas y consejos carnales. Dice el verso 8 de Job 42 “Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habíes hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.” ¡Cuidado cuando nos exhortamos o aconsejamos entre nosotros! Siempre tiene que ser guiado por el Espíritu Santo, para que sea de edificación, exhortación y consolación y siempre con toda caridad. (1a. Cor. 14: 1 y 3)
Tanto los hijos e hijas de Job como sus tres amigos, no estaban actuando correctamente ante los ojos de Dios, no tenían temor reverente del Señor, como sí lo tenía Job, sin embargo Job intercedió por ellos. Esta es la actitud que debemos imitar de este siervo de Dios, no debemos elegir por quién interceder ante el Trono de la Gracia, ni seleccionar las personas que nos caen mejor para interceder por ellas. Debemos cumplir con el mandamiento del Señor que leemos en Mateo 5:44 a 48: “Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos. Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los Gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”
A modo de conclusión final.
Job fue recompensado por Dios, no sólo materialmente, sino por sobre todas las cosas, espiritualmente, porque le enriqueció con las experiencias de fe, paciencia, templanza y humillación que le permitieron conocer más en intimidad y profundidad al Dios Todopoderoso que él creía conocer pero que aún estaba muy lejano de ello. Job tuvo el privilegio de ser atendido por el Dios Todopoderoso, Creador del Universo y Salvador. “...porque de cierto a él atenderé…” “...y Jehová atendió a Job” (Job.42: 8 y 9). Job era pecador como nosotros, pero era temeroso de Dios y quería hacer Su voluntad: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores: mas si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a éste oye.” (Juan 9:31)
Que le permitamos al Señor bendecirnos, obedeciendo a Su Palabra y que experimentemos el gozo de ser oídos por el Padre Celestial, en favor de tantas almas que necesitan de nuestra intercesión y Él se ocupará de nuestras necesidades. Imitemos el ejemplo máximo del Señor que siempre era oído por el Padre (Jn.11:42) porque oraba con reverencial miedo.(Heb. 5: 7) Que podamos afirmar junto con Job: “...Más ahora mis ojos te ven.”
La Redacción
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