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Foto del escritorIglesia Cristiana Evangelica Tandil

“En Presencia estar de Cristo”


Meditando en la letra del himno número 168: “En presencia estar de Cristo”, pude saber que fue escrito por la hermana Carrie Elizabeth Ellis Breck, quien nació el 22 de enero de 1855 y murió el 27 de marzo de 1934.

Ella era ama de casa y tuvo cinco hijas. Tenía un esposo creyente, con quien conoció al Señor cuando estaban de novios.


Dice en su biografía que no era capaz de mantener el tono de voz, ni melodía, por eso ella escribía y un hermano le daba la melodía a sus poemas.

Era una consagrada salmista. Escribió más de 2000 poemas, dentro de los cuales hay más de 20 himnos y el que se destaca es el himno 168, por su recordado estribillo “…cara a cara espero verle”.


Tenía una salud delicada. Aprovechaba para escribir cuando estaba en reposo, aunque muchas veces lo hacía también mientras hacía sus tareas domésticas en su hogar con sus hijos. Cuando le venían a la mente frases, las hilaba para formar poemas.

Al leer la ante última estrofa, me doy cuenta que Carrie era una hermana como nosotras.


¡Cuánto gozo habrá con Cristo cuando no haya más dolor, Cuando cesen los peligros y ya estemos en su amor!


Al igual que ella, las hijas de Dios en el tiempo actual, con nuestras tareas rutinarias, tan trabajosas como nosotras las conocemos, podemos ser esos vasos de barro, frágiles, pero útiles si estamos en las Manos del Señor.

También noté que en su biografía se hace énfasis en su poca salud y me hace pensar en esa frase donde dice “cuando no haya más dolor”. Quizás hace referencia a su dolor físico o bien a lo doloroso que es atravesar situaciones diarias en el hogar o con la sociedad.

Como sabemos, el himno declara el disfrutar de estar con Él en el cielo. Pero pensaba que, aun aquí en la tierra, también podemos disfrutar de la Presencia del Señor y de Sus beneficios. Para ello debo aprender a estar en comunión constante, en Su compañía.


No hay palabras para describir lo que pudiera ser allí en el cielo. Lo idealizamos, nos imaginamos, pero nuestra mente no llegará nunca a tal punto de saber cómo será estar para siempre con el Amado (1 Corintios 2:9). Porque nuestra mente es muy chiquita, muy corta… Muchísimas veces caemos arrodilladas al darnos cuenta cuánto nos ama el Señor; al ver cómo se especializa en favor de nosotras en distintas situaciones que atravesamos, en palpar verdaderamente Su misericordia. Si es tan bueno disfrutar de Su Presencia hoy aquí en la tierra, ¿cuánto más será en el Cielo?

Dios creó al hombre para tener relación con él, para estar junto a él y acompañarlo. Pero cuando el hombre y la mujer pecaron, ellos se escondieron de Jehová (Gn. 3:10), se alejaron. Así pasa hoy con nosotros: pecamos y eso nos aleja del Señor.


Por eso Dios, en Su Sabiduría, sabiendo lo que iba a suceder, creó un Plan para que volvamos a Él. Envió a Su Hijo, Emmanuel, que significa justamente “Dios con nosotros”.

Pensaba en un ejemplo práctico que me sucede como mamá: extraño a mis hijos cuando están mucho tiempo lejos de mí, entonces espero un llamado, un mensaje, alguna señal de vida de ellos. Pero cuando no sucede, me pregunto, ¿cómo es que no se dan cuenta de que necesito saber algo de ellos? ¡Y me lo pregunto indignada! ¿Será que no ven mi necesidad? ¿No se dan cuenta de que necesito saber de ellos? Y si esto se da en una relación normal de madre e hijo, deduzco que nosotras también tendríamos que tener esa relación Padre-hija; Padre-hijo. Dios anhela tener esa comunión conmigo, (de alguna manera comparable a la relación que yo necesito tener con mis hijos). Cuántas veces pensará el Señor: “¿será que no desea comunión conmigo? ¿Será que no se da cuenta de que Yo deseo esa comunión? ¿Será que no cree importante y útil pasar tiempo conmigo?” A veces solo destinamos 15 o 20 minutos en lectura bíblica. Pero es como leer a las corridas, no es tiempo de calidad, en donde alcanzamos a disfrutar de real comunión, tanto que no queremos que se acabe. ¡¡¡Como cuando nos visita alguien que queremos mucho y que no vemos a diario, disfrutamos cada segundo, y parece que el tiempo avanza rapidísimo!!!


A veces nuestra esperanza está aquí abajo. Por eso el Señor nos permite “un sacudón”. Yo no sé cómo, ni cuando voy a ser sacudida, pero el Señor lo sabe todo, y por esto me quiere preparar, enseñar, nutrir en Su Presencia, para luego disfrutar de Su Presencia en tiempos de dificultad.


La mayoría de las veces buscamos a Dios en angustia. Y la Biblia dice que “Bueno es Jehová para fortaleza en el día de la angustia; y conoce á los que en él confían.” (Nahum 1:7) Pero debemos aprender y entender definitivamente que “ese es el mejor lugar para estar siempre, en todo momento.” Allí debemos ir, delante del Señor, dispuestos a que nuestro espíritu y aún el cuerpo se ponga de rodillas, derramado, por el suelo. Es el momento ideal para quitar los ídolos de nuestra vida, para quitar la idea de idolatrarnos a nosotros mismos, de darnos cuenta de que nuestras fuerzas son inútiles.


Con mi corta mente humana no puedo imaginar cuán glorioso será estar allí con Él en los Cielos. Si los momentos que pasamos aquí en la tierra con Su compañía son tan inmensos de amor, tan preciosos… ¿habrá algo más precioso aún?

¡Sí! Estar allí viendo cara a cara a Quien quiso un día redimirnos!

 

Esther Paz

(ICE en Tandil)

 

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