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Foto del escritorIglesia Cristiana Evangelica Tandil

Fuera de orden

“El que sacrifica alabanza me honrará: y al que ordenare su camino, le mostraré la salud de Dios.” Salmo 50:23

Siempre oímos decir que “Dios es un Dios de orden”. Y así lo podemos comprobar en todo lo que Él ha creado, en todo lo que hoy hace y hará.


Dice el Diccionario de la RAE que ordenar es “Colocar algo o a alguien de acuerdo con un plan o de modo conveniente.” Y el Génesis relata justamente eso: que todo tuvo un plan, un orden, un diseño. “…la tierra estaba desordenada y vacía…” (Gn.1:2) entonces Dios comenzó a colocar todo del modo conveniente, según Su Plan. Apartó la luz de las tinieblas; separó las aguas; la tierra y los mares; los árboles y sus frutos según su género; el día y la noche; las estaciones; los días, los años; las lumbreras, los astros; los animales, según su género y su especie y por último los hombres: varón y hembra los creó y les dio órdenes de vida: fructificar, multiplicarse, henchir la tierra, sojuzgarla y señorear sobre los animales y las plantas. Todo “…era bueno en gran manera…” (Gn. 1:31). “…hizo la tierra con su potencia, …puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia.” (Jeremías 10:12)


También leemos que “…Dios ordenó el cuerpo…” Y colocó “…los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso.” (1Co. 12:24 y 18). Por eso el hombre no debe intervenir, modificando a su antojo la creación o aun su propio cuerpo, rebelándose ante los designios divinos, sin respetar Su Voluntad, viviendo sin temor de Dios. 


La Iglesia, que es Su Cuerpo, también debe regirse según Sus designios: Él es la Cabeza y debe gobernar todas las cosas en todos (Efesios 1:23). La pensó Él, la ganó con Su Sangre y la dotó de todos los dones necesarios: “Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; Para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo;  Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo.” (Efesios 4:11 a 13)


Pero leemos desde el principio que el diablo quiso alterar ese orden divino, y fomentó la desobediencia, el desorden, el romper las reglas y la rebeldía (Génesis 3). Vemos, entonces, que no es nuevo lo que hoy se ha generalizado en nuestra sociedad. Se desea romper con lo establecido, se quieren desconocer los mandamientos de Dios y “desordenar” lo que ya estaba ordenado según el modo conveniente, el Plan Divino.

Lamentablemente aun los hijos de Dios dejamos que las cosas “se nos vayan desordenando”. Desde cosas más pequeñas y materiales, hasta cosas más profundas y trascendentes: descuidamos el orden del hogar; desconocemos el orden en la Iglesia y aun vivimos desordenadamente en cuestiones laborales, económicas y de organización diaria. Nuestros horarios suelen desordenarse; nos levantamos a cualquier hora, permanecemos despiertos cuando sería hora de dormir… Comemos de más; nos alimentamos mal; etc. Con la excusa de que estamos muy ocupados o que tenemos horarios muy diversificados, justificamos “nuestros desórdenes”. Esto no está bien y ya lo advertía el Espíritu Santo por medio de Pablo en tiempos del primer Siglo. “Empero os denunciamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que anduviere fuera de orden, y no conforme á la doctrina que recibieron de nosotros: Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros, Ni comimos el pan de ninguno de balde; antes, obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, por no ser gravosos á ninguno de vosotros; No porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis. Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear. Y á los tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando con reposo, coman su pan.” (2 Tesalonicenses 3: 6 a 12) 


“…el recto ordena sus caminos.” (Proverbios 21:29) Y eso debemos anhelar. Que toda nuestra vida sea regida según el modo conveniente, que es el Plan que Dios pensó para cada uno de nosotros. Dios preparó de antemano las obras que debemos hacer, para que andemos en ellas (Efesios 2:10) Por lo que cada día deberíamos consultarle: ¿Qué quieres que haga hoy? ¿Cómo quieres que lo haga? La oración del Salmo 119:133 debe acompañarnos a diario: Ordena mis pasos con tu palabra; y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.”


El Señor nos observa. Y ve nuestras actitudes y aun nuestros pensamientos e intenciones. El versículo bíblico que encabeza esta meditación se encuentra en un contexto en el que Dios protesta las actitudes desordenadas de los hombres malos, y en ellos nos incluimos por ser pecadores (Salmo 50: 16 a 21). Vidas desordenadas, tomando las Palabras de Dios sin ningún temor reverente; aborreciendo el castigo; componiendo engaños con la boca; hablando mal de los demás…etc. Pero Dios, en Su misericordia ha callado. Ahora desea argüir (Dejar ver con claridad; denunciar; convencer) y poner estas cosas delante de nuestros ojos (v. 21). Ahora espera que le honremos si sacrificamos alabanza, es decir, si entregamos y confesamos aquellas cosas que no están bien. Si ordenamos nuestros caminos “según la manera conveniente”, según el Plan de Dios.


¿Le has dicho, como el salmista: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”? (Salmo 139:23 y 24) Todos los aspectos de nuestra vida debieran pasar por este examen ante los Ojos del Señor: mis finanzas (Romanos 13:7 y 8; Lucas 14:28 a 30); mis vestimentas (Rom. 14:22; Deut. 22:5; 1 Corintios 11:4 a 15); mis palabras (Ef. 5:4; Mt. 12:36 y 37; Santiago 3:8 a 10); mis amistades (2 Cor. 6:14 a 17; Salmo 119:63 y 115; Salmo 101:6 (a); Prov. 13:20); mis horarios (Salmo 5:3, 63:1 y 88:13; Rom. 13:13; 1 Tes. 5:6 y 7; Is. 5:11); mis lecturas (Salmo 119:113 y 97; 1 Tim. 4:13; Dt. 6:6 a 9 y 17:19; Josué 1:8; Salmo 1:2); mis tiempos de entretenimiento (1 Tim. 5:13; 2 Tes. 3: 11); mis comidas (1 Pedro 4:3); mis bebidas (Isaías 5:22; Lucas 21:34; Ecc. 10:17) …  “Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados.” (Proverbios 4:26) 


“…sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros: y ordena en nosotros la obra de nuestras manos, la obra de nuestras manos confirma.” (Salmo 90:17) Que esta sea nuestra oración, que este sea nuestro ferviente anhelo cada jornada.


La Redacción


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