Leyendo Génesis capítulo 2, del 18 al 25, encontramos una preciosa enseñanza para la etapa de la adolescencia y juventud que atraviesa la mayoría de los lectores de este Boletín. En numerosas oportunidades nos encontramos deseando saber cuál será la voluntad del Señor en los distintos aspectos de nuestra vida, y sobre todo en algo tan importante como es "formar una familia". Pero si leemos con atención y humildad la Biblia, veremos que, en Su gran Misericordia, Dios nos revela claramente Su Voluntad: "...No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él" (v. 18) ¡Esta es Su Voluntad: hacernos una ayuda idónea! Alguien que nos haga bien, que nos sea útil en el ministerio del servicio... pero la quiere "hacer" Él!!!
Continuando con la lectura, vemos que Dios, entonces, "...hizo caer sueño sobre Adam, y se quedó dormido...Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y trájola al hombre." (versos 21 y 22) . Todos sabemos bien el significado de "dormir", ya que es algo que hacemos a diario; pero de esto tan cotidiano podemos sacar una gran enseñanza: dormir es: descansar; sosegarse; apaciguarse; despreocuparse; (en sus distintas acepciones y aplicaciones). Cuando estamos durmiendo nos entregamos al descanso; por lo tanto ya no podemos actuar!!! Esto es lo que hizo Dios con Adam; lo dejó imposibilitado de actuar y, mientras tanto, Jehová mismo hizo una mujer... y luego se la trajo. Enseñanza esencial para alcanzar la bendición divina, acatando la Voluntad de Dios: "dormir" en este aspecto... dejarle la carga al Señor para que Él mismo se ocupe, mientras que nosotros descansamos y reposamos de toda actividad posible. ¡Qué bueno poder vivir la etapa de la juventud como un período de "descanso"... sabiendo que al mismo tiempo el Señor se está ocupando de mí haciendo la ayuda idónea que yo necesito!!!
En el plano de lo cotidiano... ¡Qué distinto se duerme cuando sabemos que alguien vela por nosotros y nos está cuidando! Así quiere hacer el Señor con cada uno. Si lo entendemos, podremos ver jóvenes cristianos "descansando" de esas preocupaciones, como el mismo Adam, entregado sin recelo a "la operación divina". Y también, jovencitas, dejándose "trabajar", "formar", "hacer" unas verdaderas ayudas idóneas para sus futuros esposos y, sobre todo, para la obra del Señor.
Qué así sea y podamos expresar con sinceridad: "Y ahora, Señor, ¿Qué esperaré? Mi esperanza en tí está. Enmudecí, no abrí mi boca; porque tú lo hiciste." (Salmo 39:7 y 9)
LA REDACCIÓN
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