“COMO los repartimientos de las aguas,
así está el corazón del rey en la mano de Jehová:
á todo lo que quiere lo inclina.”
Proverbios 21:1
Cuentan algunos Comentarios y Diccionarios Bíblicos que en la antigüedad había una costumbre muy peculiar de “regar con el pié”, como dice Deuteronomio 11: 10, la cual consistía en canales de irrigación, utilizados para el riego de cultivos, cuya dirección era fácil de cambiar, al cerrar un conducto y abrir otro con el pié. Sabemos que la tierra de Egipto era desértica, pero con estos canales artificiales, se llevaba el agua desde el río Nilo a toda la tierra, haciéndola útil y fértil.
Ahora podemos comprender mejor lo que Dios nos quiere decir en este versículo: el corazón del rey es gobernado según Su Voluntad, inclinándolo como Él quiere, así como lo hacían los egipcios al cambiar de dirección los canales de riego. Así también leemos en el Salmo 33: 13 a 18: el Señor, que formó el corazón de todos, El mismo salvará al rey. No con las fuerzas humanas ni con la fortaleza de los caballos, sino con Su Consejo. ¡Pero, cuidado! Nosotros primero debemos responder positivamente a las palabras del Señor: “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” (Prov. 23:26). Si una vez le entregamos el corazón a Jesús para que lo limpie y more en él, ahora debemos dejar que Él lo incline, según Su Santa Voluntad, a todo lo que Él quiere. Si a cada momento dejamos que esto ocurra, y permitimos que nuestro corazón vaya en la dirección que Dios desea, se cumplirá en nosotros el versículo que dice: “El corazón del hombre piensa su camino: Mas Jehová endereza sus pasos” (Prov. 16:9). Es decir, es inevitable que en nosotros haya pensamientos sobre nuestro futuro o nuestros deseos, pero debemos ser dóciles a la “inclinación” que Él nos quiere dar. Pongamos nuestros deseos e inquietudes a sus pies, y dejemos que El los enderece.
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá.” Prov. 19:21
“Señor, delante de ti están todos mis deseos: y mi suspiro no te es oculto.”
Salmo 38-9
La Redacción
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