Lectura: Salmo 119:1 a 8
Hemos leído una estrofa del Salmo 119 en la que el Salmista reconoce que es “bienaventurado” aquel que decide andar en la Ley de Jehová (v.1) Reconoce, también, que es bienaventurado el que guarda Su Palabra y busca a Dios con todo su corazón (v.2) Porque no pecan quienes andan en los caminos de Dios (v.3) En el verso cuatro expresa que tiene bien presente que Dios le ha encargado (nos ha encargado) que sean muy guardados sus mandamientos. Y luego dice: “¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos A observar tus estatutos! Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese á todos tus mandamientos.” ¡De cuántos errores sería librado! ¡Cuánta vergüenza ante Dios y los hombres me ahorraría! ¡Cuánta confusión evitaría!
Llama mucho la atención esta exclamación del salmista: ¡OJALÁ! Es una expresión que denota un vivo deseo que suceda algo; es un deseo que se expresa en voz alta; una exclamación espontanea, no siempre correcta o aprobada por Dios. ¡Cuidado… ya que de la abundancia del corazón habla la boca! (Lucas 6:45)
Lo que hay en mi corazón… se expresa con mis palabras. ¿Cuáles son mis deseos? ¿Cuáles son mis anhelos? En la Biblia aparece dieciocho veces la palabra “ojalá”. Algunos de estos “ojalás” son de los hombres… pero también Dios expresa en voz alta Sus santos deseos. Hay “ojalás” de los hombres que están equivocados, como aquellos que expresó el pueblo de Israel.
Éxodo 16:3 “Y decíanles los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado á este desierto, para matar de hambre á toda esta multitud.”
Números 20:3 “Y regañó el pueblo con Moisés, y hablaron diciendo: ¡Ojalá que nosotros hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! “
Josué 7:7 “Y Josué dijo: Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar á este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los Amorrheos, que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado de la otra parte del Jordán!”
Otros son los “ojalás” de Job:
Job 16:4 “También yo hablaría como vosotros. Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía, Que yo os tendría compañía en las palabras, Y sobre vosotros movería mi cabeza.”
Job 16:21 “¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, Como con su prójimo!”
En todos estos ejemplos podemos ver palabras de apresuramiento, sin meditar demasiado en lo que estaban expresando. ¡Cuánto ofendemos a Dios con nuestros deseos dichos en voz alta… o aun callados!
Dios también dejó registro de sus “ojalás”:
Deuteronomio 32:29 “¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, Y entendieran su postrimería!”
Isaías 48:18 “¡Ojalá miraras tú á mis mandamientos! fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas de la mar.”
¡Ojalá nuestros deseos se alinearan a los de nuestro Padre Celestial!
Apocalipsis 3:15 “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente!”
Cuando los “ojalás” de los hombres expresan deseos identificados con Dios, Él los oye y nos ayuda a cumplirlos.
Salmo 10:17 “El deseo de los humildes oíste, oh Jehová: Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído;”
Salmo 38:9 “Señor, delante de ti están todos mis deseos; Y mi suspiro no te es oculto.”
¿Cuáles son mis deseos? ¿Qué cosas son las que me hacen suspirar?
Salmo 73:25 “¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
Leemos en Filipenses 1:23 que el Apóstol Pablo deseaba “…ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor:”
¡Cuidado! Porque el diablo también tiene deseos: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir…”
La Biblia nos dice en 2 Timoteo 2:22 que debemos huir de esos malos deseos: “deseos juveniles”; “deseos de error” (Efesios 4:22) ; “deseos de la carne” (Ro. 13:14; Efesios 2:3); “deseos mundanos” (Tito 2:12); “deseos en ignorancia” (1 Pedro 1.14) ; “malvados deseos” (Judas 1:18).
¡Qué precioso que, contrariamente a toda esta triste lista, estemos llenos de DESEOS de ayudar en la Obra, llevar el Evangelio, rescatar almas, obedecer a Dios, agradarle. Seamos como Daniel… “varón de deseos” (Daniel 9:23; 10:11 y 10:19)
La Redacción.
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