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Foto del escritorIglesia Cristiana Evangelica Tandil

Prepara tu acequia

Leer 2° Reyes capítulo 3 del versículo 6 al 14.


El verso 9 cuenta cómo estos tres reyes se pusieron de acuerdo para ir a combatir al enemigo. Anduvieron por siete días caminando por el desierto y les faltó agua para ellos y los animales. En el verso 11 dice que Josaphat sugirió que consulten al profeta de Jehová y en el verso 15 al final dice que: “…la mano de Jehová, fue sobre Eliseo”, y profetizó diciendo (verso 16) “…Haced en este valle muchas acequias”.


UNA ACEQUIA es una zanja o canal construido para trasbordar agua hacia lugares que se necesitan para riego o almacenar. Es gravitacional o sea que el agua desciende de arriba hacia abajo, proviene de una fuente de almacenamiento, río o lago.

Dios les dijo que preparen muchas acequias, en una zona donde no había ni agua ni ríos. Lo que llamó mi atención son las palabras de los versos 17 y 18: “…no veréis viento, ni veréis lluvia, y este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias…” “Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová…” Y me llevó a pensar que sólo con un milagro podía esto ocurrir. Para Dios, ¿hay alguna cosa imposible? el verso 20 dice: “Y aconteció que por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio, he aquí, vinieron aguas por el camino de Idumea, y la tierra fue llena de aguas”. A veces Dios contesta rápido, a veces no, en Sus manos están mis tiempos y los tuyos.


¿En qué momento contestó Dios? ¿Qué hacían ellos? Estaban ofreciendo un sacrificio, un presente, ¡hermosa enseñanza! Esperaban la respuesta prometida orando, presentando a Dios su corazón, sus necesidades. Mientras tanto, no dejaron de obrar, de sacrificar, de honrar al Señor, alabando Su Nombre. Eso debemos hacer nosotros mientras esperamos Su respuesta, no cesar de obrar y cumplir con nuestras obligaciones eclesiásticas y seculares, ofreciendo la presentación de nuestro ser, cada día, confesando y pidiendo perdón por nuestros pecados, para que los limpie con Su Sangre preciosa. Vinieron “aguas” por el camino, y por medio de las acequias el agua se transportó hacia donde había necesidad, y abundó.


También derrotaron a los enemigos, como Dios les había dicho (leer el verso 22).

Como enseñanza final, tocó mi corazón especialmente el verso 17. Dios hoy también me dice a mi: “…no veréis viento, ni veréis lluvia, y este valle será lleno de agua…” Pensaba que Dios me promete muchas bendiciones, y mientras espero y oro, no debo buscar señales, pensando “¿De dónde vendrá el agua? ¿De dónde vendrá la solución o la respuesta?” Como dice el Salmo 37:5 - “Encomienda a Jehová tu camino, y espera en él y él hará”. Eso hizo Josaphat y los suyos, esperaron con fe, sin dudar y sin dejar de obrar. Hermoso ejemplo; no busquemos señales, esperemos la bendición y oremos confiados como ellos. La respuesta puede llegar a nosotros por muchos lados y de la forma menos esperada. Me acordaba del texto de Lucas 8:50: “…no temas: cree solamente…”


Y en cuanto a las acequias, tú y yo lo somos. No tenemos “agua” en nosotros mismos, ningún ser humano la tiene. Jesús dijo en Juan 4:14: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Ahí está la fuente que viene de arriba, yo sólo soy el conducto que recibe. Él me da esa agua que es el Espíritu Santo. Yo puedo así ser “lleno” y “salpicar” a otros al compartir el Evangelio, las buenas nuevas, la Palabra de Dios, la Salvación. Hay tantas personas que se están secando o que tratan de saciar esa sed, llenando el vacío del corazón con diversiones, trabajo, adicciones, placeres… ¿QUÉ HARÉ YO? ¿Seré indiferente a tanta necesidad? Juan 6:35: “Y Jesús les dijo: Yo Soy el pan de vida: el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás”. Y en Juan 7:37 y 38, refiriéndose al Espíritu Santo, dijo: “…Jesús… clamaba, diciendo: si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. “El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre”.


Leí que, en la antigüedad esas acequias convertían los desiertos en oasis de vida. ¿ESTÁ ASÍ MI CORAZÓN? ¿Compartiré esa bendición?


Lida Corradi de Daumes

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