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Radio 24hs de la ICE

  • Foto del escritorIglesia Cristiana Evangelica Tandil

¿Qué dice la Biblia acerca de la Depresión?



Para abordar este tema debemos, primeramente, dar una definición básica de lo que es la DEPRESIÓN: “síndrome caracterizado por una tristeza profunda e inmotivada y por la inhibición de todas las funciones psíquicas”. Muchas veces, en la vida de las personas existen altibajos en su estado de ánimo, y como creyentes y verdaderos hijos de Dios, deberíamos resolverlos inmediatamente buscando la causa de los mismos y el consuelo en nuestro Señor. Pero la depresión está acompañada de sentimientos de culpabilidad e inutilidad, e incluso, síntomas físicos como dolores de cabeza, insomnio, etc. Las personas depresivas pierden energía y entusiasmo, duermen poco y se despiertan muy temprano. En casos muy serios, algunos piensan en el suicidio como solución a este problema. Esta enfermedad muy nombrada hoy en día puede llegar a afectar de tal forma a las personas que les impide desarrollar sus profesiones, sus trabajos, destruye los vínculos con familiares y conocidos, terminando con la inactividad, las fobias, los pánicos, etc.


Por lo que hemos leído en esta introducción, este parece un tema alejado de los hijos de Dios; pero sabemos que esta enfermedad puede meterse aun entre Su pueblo, inutilizando a preciosos hermanos y, por ende, afectando a la obra del Señor. Por eso, como dice Mateo 26: 41, debemos velar y orar para no entrar en tentación; "... el espíritu a la verdad está presto, más la carne enferma.". Y "Velar" comprende "estar atentos"; "despiertos"; "alerta", sabiendo que el Diablo, como ya no nos puede tener (si es que somos hijos de Dios), intentará, por todos los medios, destruirnos y matarnos espiritualmente, y aún, físicamente. Por eso es que será de provecho estudiar este tema, para no ser engañados de Satanás y nuestra carne.


Uno de los sentimientos asociados a la depresión, como dijimos anteriormente, es el de culpabilidad. Y sabemos por Su Palabra, que Él nos ofrece libertad y perdón de nuestras culpas, y abundantes paz y gozo que vienen como resultado de haber sido perdonados, "amistados" con Dios y salvados por Jesús. Dice el Salmo 32 "Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados. Bienaventurado el hombre a quien no imputa Jehová la iniquidad..." (versos 1 y 2) Es decir: "Inmensamente feliz”! Pero para que esto sea real en mí, debo hacer un análisis en mi vida, reconocer mis pecados y confesarlos; caso contrario, seguiré triste, angustiado y con depresión. "Mientras callé, envejeciéronse mis huesos en mi gemir todo el día. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado."(Versos 3 y 5) "Amístate ahora con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien." (Job22:21) Debes ya tomar una decisión, porque lo más importante en la vida del hombre es estar en comunión y paz con Dios, y esto sólo viene luego de la confesión de pecados a Dios, y un verdadero arrepentimiento y fe en el sacrificio de Cristo en la cruz a nuestro favor. Ahora... si somos hijos de este Dios Todopoderoso, y hemos recibido de Su gozo y Su paz, ¿puede ser que padezcamos una depresión? ¿Puede, un hijo suyo, vivir triste o angustiado? "Y Jesús les dijo: ¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos?" (Mateo 9:15)


En primer lugar, deberíamos revisar nuestra experiencia de salvación, porque podemos estar engañados, y sólo hemos aceptado a Cristo con la "razón", pero no en una genuina experiencia. Pero aun cuando somos salvos, podemos caer en estos estados anímicos por no haber velado debidamente, y por no haber remitido todas las cosas a Dios, que desea ser el Señor de nuestras vidas, gobernando acciones, pensamientos, sentimientos, etc.

Dicen los estudiosos del tema que una de las causas más frecuentes de la depresión es la pérdida de un ser querido, el duelo. Pero Dios nos dice: "...Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá." (Juan11:25) Debemos confiar que, aquellos que han muerto en Cristo, están ahora gozando de la mejor vida que Él ha preparado para los que le amaron aquí en la tierra. Y aquellos que no han hecho manifestación de haber creído en Jesús, quizás, en su último instante de vida, se hayan arrepentido. Por lo tanto, debemos pedir a Dios que nos consuele en ese duelo, y sigamos adelante como Él desea de nosotros. Otra de las causas, es la pérdida del empleo; la desocupación. Dios nos dice que "... a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados."(Romanos 8:28) Por lo tanto: Dios permitió que así nos sucediera, y nos quiere enseñar la dependencia total a Él, confiando en que "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta..." (Filipenses 4:19) Y ni esta, ni ninguna otra puede ser una causa que provoque depresión o angustia en alguien que ha resucitado con Cristo, y por ende, debe ocuparse y poner la mira en las cosas de arriba. El estrés y el afán de este siglo, puede desencadenar en depresión también. Su voz nos dice: "Y que procuréis tener quietud, y hacer vuestros negocios..." (1a Tes.4:11); y agrega: "Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios... y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4: 6 y 7)


Las Escrituras hablan en numerosos versículos de la verdadera ALEGRÍA que debe tener y mostrar un hijo de Dios, y que debemos buscar sólo en Él: "Alegra el alma de tu siervo: Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. En el día de mi angustia te llamaré: porque tú me respondes." (Salmo 86: 4 y 7) (Se recomienda leerlo todo, ya que es muy consolador) Debemos analizar y descubrir, con Su ayuda, cuál es la causa de esa tristeza. Si hay acaso algún pecado que impide la plena comunión con nuestro Padre, debemos confesarlo en forma urgente, para que se restablezca esa comunión perdida: "Empero yo estoy a pique de claudicar, y mi dolor está delante de mí continuamente. Por tanto denunciaré mi maldad; congojaréme por mi pecado." (Salmo 38: 17 y 18) Si quizás estoy pasando por una prueba o dificultad, debo recordar que Él conoce mis sufrimientos, que Él sufrió la Cruz y dolores indescriptibles, y se puede compadecer de mí. "Mis huídas has tú contado: Pon mis lágrimas en tu redoma: ¿No están ellas en tu libro?" (Salmo 56: 8 leer los versos 3 y 4) No debo olvidar que conoce lo que me está pasando, y está esperando que yo vaya a Él a buscar Su socorro. Debo buscarlo a Él para llorar, contarle mis penas, y esperar callado en Su misericordia y piedad. Dice 2da Corintios 7: 4 a 6 y 9 y 10, que Dios consuela "a los humildes"; y muchas veces no soy consolado... porque no soy humilde!


Concluiremos con claros y explícitos mandatos de Dios: "Estad siempre gozosos." (1a Tes. 5:16) "Gozaos en el Señor siempre: otra vez digo: Que os gocéis" (Filipenses 4:4) Cuando nos asalten pensamientos perturbadores que pretendan quitarnos ese gozo precioso, debemos recurrir como en todas las cosas por el auxilio divino: "Cuando yo decía: Mi pie resbala: tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma." (Salmo 94: 18 y 19) Y una de las formas en que Dios nos consuela es cuando nos acercamos a Sus Palabras: "Halláronse tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón: porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová..." (Jeremías 15:16)

Otra manera por la cual Dios puede darnos pleno gozo es por medio de la oración sincera, humilde y constante; hablando con nuestro Padre, confesando y oyendo su voz. Dice Isaías "Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado." (Isaías 26:3) Ocupemos nuestros pensamientos, nuestra mente, en el Señor y sus cosas y, de esta manera, evitaremos pensar el mal, dejando libertad a nuestros propios pensamientos, los cuales "no son confiables". ¡Cuidado! Parece "estar de moda" la depresión. Es uno de "los males del siglo". No pensemos ni por un instante que "puede ser normal que nos pase". UN HIJO DE DIOS NO PUEDE ESTAR DEPRIMIDO. Justamente "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1a Juan 3:8) y la DEPRESIÓN es una obra del diablo!


LA REDACCIÓN

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