Primeramente, vamos a buscar su significado según el diccionario, (aunque tenemos una idea seguramente de lo que se trata), a fin de que podamos hacer algunas breves reflexiones sobre el “chisme”. El diccionario dice: “Puede decirse que un chisme implica hacer referencia a alguien sin que éste se encuentre presente. Lo habitual es que el comentario que se realiza sea negativo para la persona aludida. Los chismes pueden aludir a una noticia verdadera cuyo protagonista no quiere dar a conocer, o a una noticia falsa que se difunde con un fin dañino.”
Pensando en el significado de esta palabra, el primer chisme lo podemos encontrar en el comienzo del mundo, en el libro de Génesis capítulo 3, comentado por el mismo Diablo. Anteriormente, en el capítulo 2, se observa que había una perfecta relación entre Dios y el hombre, hasta que una conversación inoportuna, trayendo una noticia con una verdad a medias, es decir falsa, con murmuraciones sobre Dios mismo, produjo desobediencia y enemistad entre ellos (versos 8 a 10). Así nos pasa a nosotros cuando alguien nos cuenta un chisme de otro, al verlo quizá, nos apartamos de él o sentimos que no tenemos comunión plena.
Debemos saber qué dice Dios al respecto de esto:
En Proverbios 6: 16 a 19: “Seis cosas aborrece Jehová... el que enciende rencillas entre los hermanos.” También en el libro de Proverbios 11:13 leemos: “EL QUE ANDA EN CHISMES, DESCUBRE EL SECRETO...” ¡Cuántas veces habré descubierto el secreto de un hermano diciendo, “no digas a nadie”!
“LAS PALABRAS DEL CHISMOSO PARECEN BLANDAS, Y DESCIENDEN HASTA LO ÍNTIMO DEL VIENTRE.” Proverbios 18:8
Quizá alguna vez “adorné” una noticia de “buenas intenciones” para sacarme el gusto de contar: “te lo digo para que ores”!
“El amor sea sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos á lo bueno; Amándoos los unos á los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos á los otros;” Romanos 12:9 y 10
¡Que este sea nuestro trato para con los hermanos! “...hablad verdad cada uno con su prójimo” (Efesios 4:25) y para con el mundo que nos rodea, que sientan y vean que no tenemos ese “comezón de oír” como los demás.
También en el Salmo 34:12 a 16 y en Santiago 3: 1 a 8 vemos que no se habla en forma directa sobre el chisme, pero sí se menciona a la lengua que es un fuego que enciende un gran bosque, un mundo de maldad, que inflama la rueda de la creación, es un mal que no puede ser frenado y está llena de veneno mortal.
Al leer los versículos citados y especialmente el pasaje de Santiago, el Señor nos redarguye de pecado, y concluimos en forma personal: ¡YO SOY UN CHISMOSO! ¡ESTE TEMA ES PARA MÍ! Vemos que las palabras de Santiago 3: 8 se cumplen, lamentablemente, en cada uno de nosotros: “...ningún hombre puede domar la lengua...”
Si leemos 1ªPedro 1: 18 al 25, encontramos la solución a nuestro problema: “Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación...no con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo...” No esperemos curarnos nosotros mismos de este mal con nuestros intentos o esfuerzos humanos. Nuestra fe y esperanza debe ser en Dios (verso 21)
“Siendo renacidos... por la Palabra de Dios...” vers.23 Por una palabra entró el pecado. Por una PALABRA, LA DE DIOS, fuimos rescatados.
Dice, finalmente, Santiago 3: 13 “¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? Muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría” Recordemos que nuestra lengua y nuestros labios pueden “apacentar a muchos” (Prov. 10:21) “producir sabiduría” (Prov. 10: 31) y “conocen lo que agrada” (Prov. 10: 32)
Pidamos en humildad al Señor: “SEAN GRATOS LOS DICHOS DE MI BOCA Y LA MEDITACIÓN DE MI CORAZÓN DELANTE DE TI”... Salmo 19: 14.
Debemos pensar… ¿Cómo estoy usando mi boca? Al hacer un comentario de algo o alguien, ¿cuáles son mis intenciones? ¡Cuidado!
“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.” Santiago 3: 10
“EL QUE GUARDA SU BOCA Y SU LENGUA, SU ALMA GUARDA DE ANGUSTIAS.” Proverbios 21:23
Que el Señor nos ayude cada día a no caer en este pecado, a no minimizarlo ni naturalizarlo, para la bendición nuestra y de quienes nos rodean: "Andad en sabiduría para con los extraños, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal..." Colosenses 4: 5 y 6
La Redacción.
Comentarios