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¿Qué dice La Biblia acerca de la T.V. y de las plataformas de streaming?



¿Qué dice La Biblia acerca de la T.V. y de las plataformas de streaming?

Por ser un invento del mundo y por estar gobernado y manipulado por éste, discernimos claramente que, de la televisión y las plataformas de streaming, no puede venir nada bueno. Aunque en los tiempos bíblicos no existía algo igual, ni mucho menos, sabemos que Dios, en Su presciencia, conocía que el Diablo atacaría de cualquier manera a aquellos que quisieran vivir en santidad según los mandatos divinos. Por esta razón es que, en Su Palabra que es eterna, permanente y completamente actual, nos ha dejado preceptos claros que nos indican lo que Él dice al respecto.

El texto de Romanos 14:22 es un buen parámetro para medir lo que vemos en la T.V.: “...Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba.”

Por eso deberías preguntarte a vos mismo: “¿Qué me gusta mirar en la tele? ¿Cuáles son los temas y programas que más me atraen? ¿Qué tipo de series agrego a mi “lista de favoritos”?” Quizás prefieras, “programas de chimentos”, y Dios dice: “No andarás chismeando en tus pueblos...” (Levíticos 19:16) Quizás, “programas donde se dice el horóscopo”, y Dios dice: “No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los consultéis ensuciándoos con ellos...” (Lv. 19:31). Quizás, “novelas y series de ficción”, donde el argumento preponderante está basado en casamientos, divorcios, amores, riquezas y sentimientos depravados; algo tan alejado de lo que Dios dice: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos.” (Ef. 5:3) Quizás pase mi tiempo mirando “programas de humor”, donde los chistes son, en su mayoría, con lenguaje vulgar y expresiones

obscenas; mientras que Dios dice: “Ni palabras torpes... que no convienen...” (Ef. 5: 4) Quizás miras temporadas enteras de “series violentas”… Y así podríamos enumerar temas y programas que la televisión y el streaming nos ofrece a diario.

La Biblia dice: “Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.” (Ef. 5:6) Y esto lo dice porque, al mirar estas cosas a través de una pantalla, estamos siendo “aparceros con ellos”, es decir, estamos comunicando “...con las obras infructuosas de las tinieblas...” (Ef. 5: 7 y 11). Agrega, además, “Porque torpe cosa es aún hablar de lo que ellos hacen en oculto.”(v.12) “No te entrometas con el iracundo... Porque no aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.” (Pr.22:24 y 25) Este versículo, si bien se refiere a otro pecado, el de la ira, nos advierte que, comunicar con los pecados y ser aparceros con los pecadores nos traerán como consecuencia que “aprendamos sus maneras”.

La niñez de nuestros días se está criando frente a la televisión y, lamentablemente, muchos padres creyentes permiten que ella “los eduque”. ¡Cómo no aprenderemos sus maneras, sus palabras, sus conceptos, sus consejos, si pasamos muchas horas del día frente a ella! Esto no es lo que Dios quiere para sus hijos.

El gran peligro de la televisión es que es uno de los medios de comunicación más completos, porque posee imagen, movimiento, colores y sonido y, estas cosas en manos del Diablo, pueden ser muy nocivas. Muchas veces luego de mirar ciertas imágenes, debemos pasar largo tiempo en oración pidiendo a Dios que nos las quite de la mente; lo mismo ocurre con malas palabras y demás cosas.

La televisión ataca directamente a los sentidos, y es por medio de ellos que somos cebados y atraídos. El Señor se ocupó de advertirlo: “...No miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales fornicáis: Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios.”(Num.15:39 y 40)

“...Cada uno eche de sí las abominaciones de sus ojos, y no os contaminéis en los ídolos de Egipto...” (Ez.20:7)

“...Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mt.

5:28)

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo... Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo.” (1ª Juan 2: 15 y 16)

Y la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado: y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte. Amados hermanos míos, no erréis.” (Stg. 1: 15 y 16)

Un ejemplo de esta concupiscencia de los ojos está muy claro en la palabra profética de Ezequiel 23: 14 a 17, cuando Aholibah fue excitada al pecado al ver imágenes de hombres pintados en la pared, con colores llamativos y figuras atractivas.

“Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne.” (Gálatas 5:16) El Señor nos pide una vida santa, apartada de los pecados y de las cosas de este mundo. Pero para conseguir esta limpieza práctica, que humanamente es imposible: primero, debo ser un renacido (1ª Juan 3: 8 y 9) luego, debido a que el primer paso no me garantiza que no vaya a pecar, dice en 1ª Juan 5:18: “...el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca.”. Y este “guardarse a sí mismo” implica UNA ACTITUD PREVENTIVA: leer y velar en oración (Salmo 119: 9 y 11); y UNA ACTITUD ACTIVA: no dar lugar al Diablo y huir de los deseos juveniles (2ª Tim. 2:22 – Ef. 4:27 – 1ª Tim. 6:11)

Algunos cristianos consideran que la solución es “no tener televisor”; pero la Biblia dice que estamos en este mundo, y debemos vivir en él, (no ser “quitados” de él), hasta que Dios así lo quiera. Pero la forma de vivir debe ser diferente a las personas del mundo: Dios dice “...Renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente.” (Tito 2:12)

Las plataformas de streaming han sido un gran invento, ya que uno puede seleccionar lo que quiere ver “a demanda”, sin tener que soportar nociva publicidad o material que no sabemos qué contenido ofrecerá. Por lo que, usándolo con sabiduría y temor de Dios, podemos pasar un buen rato de sano entretenimiento. Pero ¡cuidado! Puede generar en los televidentes una gran ansiedad, con características de vicio. Muchos jóvenes cristianos pueden pasar largas horas hasta la madrugada, mirando muchos episodios en continuado, sin poder frenar esa pulsión, llegando incluso a mirar temporadas completas de su serie preferida. Entre las cosas que se pierden por tener esta actitud, se pierde el tiempo valioso, quitando el de la lectura Bíblica, que no llega a ser ni un mínimo porcentaje del que pasamos frente a las pantallas.

“Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios; redimiendo el tiempo, porque los días son malos.” (Ef. 5:15 y 16)

¡No perdamos el tiempo! ¡Redimámoslo ocupándonos de Sus cosas!

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