60º ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE LA IGLESIA CRISTIANA EVANGELICA EN CASEROS
TESTIMONIO DE LA HERMANA MARIA J. PERALTA DE LASTAPE
Leemos en Isaías 46: 9 y 11
“Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay á mí semejante; Que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir: he lo pensado, y también lo haré.”
Un enorme gozo el hecho de que al celebrar este aniversario pueda estar aquí como único testigo del acontecimiento para glorificar al Señor ¡Que Él me dé la gracia de poderlo relatar!!!
Una nueva luz se enciende en Caseros hace 60 años. Seguramente habría otras congregaciones, pero si el Señor nos puso aquí y nos sostuvo, es porque en Su soberanía y poder quiso hacerlo.
Hubo propósito, ojalá lo hayamos cumplido.
“Estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6
Para llegar a esa instancia fue necesario que ciertos acontecimientos ocurriesen y al ponerlos en orden me resultan sorprendentes.
Para empezar fue necesario que el Señor moviera desde Canadá hacia Jujuy donde yo nací y a otros misioneros de la Unión Evangélica hacia Juárez, Bs As donde nació mi esposo Nelfo, llevando el Evangelio, con el resultado de que nuestras madres una vez convertidas, nos condujeran en los caminos del Señor. Estos caminos nos llevaron a la Sociedad de jóvenes de la Iglesia Bautista de Sudoeste donde nos encontramos a Carlos Andenora de 14 años, Nelfo de 20 y yo de 12.
Así se inicia una amistad fraternal. Jamás hubiéramos pensado que al devenir de los años nuestra vidas estarían ligadas en la fundación de una Iglesia en la cual Carlos Andenora sería pastor y Nelfo uno de los diáconos.
En 1949 nos casamos y fuimos a vivir a San Isidro. Recién casados, con un bebé y cerca de la playa de Olivos, nos tomamos unas “vacaciones espirituales”, siendo creyentes tibios y sin compromiso. Si bien concurríamos a la Cena del Señor que se realizaba una vez por mes a las 16 hs, único horario que nos convenía por la distancia y eventualmente asistíamos a una Iglesia Bautista en San Isidro.
Carlos Andenora y su esposa que se casaron en el mismo año que nosotros habían dejado la iglesia de Sudoeste y se congregaban en Caballito, también Bautista.
Como Nelfo y Carlos trabajaban en la misma empresa, pese a que cada uno había tomado distintos caminos, es evidente que fue la mano del Señor la que nos mantuvo unidos.
Por problemas de salud de nuestra hija Vicky el pediatra indicó expresamente que debíamos mudarnos a la zona noroeste. Por medio de un aviso en un diario vinimos a Caseros y compramos una casa a cuatro cuadras de donde ya vivían Carlos y Sara ¿Qué casualidad, no?
Para cuando nos fuimos a vivir a Caseros, Andenora ya concurría a la Iglesia en Bs As y al regresar en el mismo horario de la oficina con el hermano Lazarte, también miembro de la misma Iglesia, quien vivía a una cuadra de la estación Caseros, aprovecharon para invitarnos a conocer su Iglesia.
La primera visita fue a la Escuela Dominical y la predicación se refirió a la seguridad de la salvación. Como Armando Di Pardo daba la Palabra en La Plata, la reunión estuvo a cargo del Hno. Bogetto, tío de Carlos, con la intervención de Don Liborio.
Si bien nosotros teníamos la doctrina correcta nos impactó la convicción con que se predicó. En poco tiempo decidimos congregarnos con ellos por lo que dimos testimonio en nuestra Iglesia de origen y pedimos la membrecía en Bs As.
Concurríamos a todas las reuniones y al escuchar las sucesivas predicaciones fui redargüida por haber llevado una vida humanamente correcta pero sin ninguna manifestación de crecimiento espiritual.
La Iglesia era pastoreada por Armando Di Pardo asistido por su padre Don Liborio. Las reuniones se realizaban en el hogar de Armando y Winifred adaptado para recibir a la congregación.
Constaba de un hall de entrada, un salón principal logrado mediante el método de Armando Di Pardo de derribar paredes, la oficina – comedor y dependencias compartidas con el matrimonio quienes se reservaron únicamente su dormitorio, de material prefabricado construido en la terraza y un altillo para su hija Irene. ¡¡¡Gran contraste con la Iglesia de donde proveníamos!!!
Los sábados cursábamos en la Escuela Bíblica. Nelfo y yo tuvimos el deseo de servir en la oficina de la misma en la preparación del material de estudio que consistía en desgrabar lo dictado el sábado, imprimir y armar los libretos. Nelfo iba a la salida de la oficina de 18 a 21 hs. y yo con Vicky iba desde las 14 hs. También integraban este equipo la hna. Olga Herrera y Don Felipe Andenora, padre de Carlos y posterior co-pastor de Caseros, dirigidos por Armando y asistidos logísticamente por Winifred.
Esta tarea la realizamos por tres años y fueron muy importantes para la vida espiritual de nuestro núcleo familiar por las experiencias enriquecedoras que tuvimos.
Nuestras familias se preocuparon pensando que habíamos caído en una “secta fanática” hasta que Armando y Winifred visitaron a mamá, que no asistía a ninguna Iglesia porque era inválida, entonces se estableció un vínculo fraterno nuevo para ella muy especial.
Mientras nosotros realizábamos esta tarea en la oficina de la Escuela Bíblica, las hnas. Siria y Nélida Di Pardo, ya desde 1951, realizaban las horas felices con los niños y mujeres, en Caseros, Villa Bosch y Coronado concurriendo a hogares cedidos por hermanos.
Las reuniones de mayores eran asistidas por Armando y su esposa acompañados por Don Felipe con alumnos de la Escuela Bíblica que hacían sus prácticas completándose de esta manera la actividad misionera. También en La Plata se realizaba la misma obra.
Como consecuencia de este trabajo se consolida en Caseros un grupo de hermanos vecinos, provenientes de otras denominaciones y nuevas almas que, agregados los hermanos miembros de la iglesia en Bs. As. que ya residíamos, estaba en condiciones de constituir la Iglesia local, primer fruto de la obra misionera.
Debió realizarse un curso doctrinal para enseñar a los nuevos hermanos como debía ser una Iglesia local y su gobierno de acuerdo a La Palabra.
Los que proveníamos de Bs.As. nos resistíamos a la separación porque significaba dejar un lugar de comodidad para pasar a ser herramientas en las mano de Cristo en la edificación de una nueva Iglesia. Necesitábamos experimentar que siendo la voluntad del Señor fundar una Iglesia local nosotros debíamos obedecer aunque significara un sacrificio.
Leemos en Juan 12: 26 “Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”
Así llegamos al 9/7/1960 cuando en este mismo comedor, donde el único moblaje era un piano, un sillón de 2 cuerpos, una mesa plegable con 4 sillas nuestras, más las sillas plegables que usábamos en las reuniones realizada en la casa de los Lazarte, se constituyó la Iglesia.
Mi admiración es comprender ahora, viendo el cuadro completo, cómo el Señor tuvo un plan mayor y nos fue moviendo y alimentando con Su Palabra para poder cumplirlo pese a nuestra flaqueza e incapacidad.
No fue nuestra decisión sino Su plan.
El recordar el pasado sirve para fortalecer nuestra fe al ver Su mano obrando entre nosotros. Pero ahora lo que corresponde es buscar conocer cuál es la voluntad de Dios para nuestra iglesia hoy. No pensar en los proyectos que nosotros tenemos para nuestra Iglesia. No repetir errores pero tampoco vivir atados al pasado. Entregarnos, personalmente y como cuerpo, a ser parte del Plan de Dios, no conformarnos con ser meros espectadores.
Filipenses 2: 13 “Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
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