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TP Formativo N°4: “Acostumbrándonos a fiar en el Señor y reconocerle en nuestros caminos"

Lectura bíblica: Proverbios 3:1 a 10 Autor: Misionero Armando Di Pardo




…Evidentemente Dios está obrando, en las grandes pruebas de la vida, las personales, las familiares, grandes experiencias cristianas; aquí está la llave de la ciencia de Dios. De un Dios que es Padre y que nos habla por un Hijo. ¡Cuántos padres que están acá pueden dar testimonio de esto! ¡Cuántas madres también! Porque en Dios, en el amor paterno de Dios, hay ternura maternal; porque dice la Escritura: (Isaías 66:13) "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros…” Dios, el Padre, cuando habla a su hijito lo consuela con ternura maternal, por eso puso en el corazón de la madre la imagen del amor de Dios que más se le parece en la tierra.

Y cuando ese mismo Padre, que tiene esas capacidades de tanta ternura, le habla a un hijito, ¿qué le dirá? Es una escena para mirar. Es un mensaje para oír. Es una intimidad para compartir. Es una experiencia que tocar. ¿Qué le dirá? Le dirá exactamente las palabras primeras con que empieza este capítulo tres de Proverbios: "Hijo mío” ¿Nos damos cuenta de esto? Uno lee, enseguida leemos: “Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón…” ¡Un momento! ¡Así no habla un padre al niño que le ama, y a quien ama, cuando le tiene que decir cosas del corazón del padre, al corazón de un hijo, a aquel en cuyas venas corre su sangre!

¿Qué diremos nosotros de nuestro Padre celestial, del cual somos sus hijos y que, gracias a la sangre del Cordero, del Hijo, nosotros podemos venir a ser engendrados hijos de Dios? Ahora imaginaos un Padre a quien le costó tener un hijo la sangre del Hijo Eterno. ¿Cómo dirá las palabras "hijo mío"? ¡Ah! ¡Ah! Hay una cantidad de palabras bonitas cuando uno las lee aquí, cuando entendió cómo empieza la cosa, es una preciosidad, es mi paz en esta hora. ¡Cómo le gusta a Dios decir "hijo mío"! Por eso el apóstol Juan, que era un hombre rudo, duro, naturalmente hablando, al punto que quería que bajara fuego del Cielo y consumiera a todos los samaritanos, que no quedara uno que no quedara carbonizado... ¡Vaya qué discípulo del amor! ¿Quieres qué oremos que baje fuego del cielo como hizo Elías y que los deje a todos duros? ¡Vaya, Vaya! Y después tenía que enseñar él: "El que no ama...."Él tuvo que enseñar: "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” Y es el que más usa en sus epístolas la palabra “hijitos”. ¡Qué cambio! De hijo del trueno a hijo de Dios, a ese amor paternal. Dios es amor, nos contó después. Y se dice que ya anciano, cuando ya no tenía fuerzas para hablar ni para caminar, después de haber sido martirizado, lo tenían que traer entre dos y traerlo colgado y sentarlo, y cuando hacía señas que quería decir algo lo iban a buscar (eso lo cuenta la historia no la Biblia) y lo tenían que levantar porque no se podía mover, ¿y sabéis lo que decía?: “Amaos los unos a los otros". Aquél que había dicho: "quieres que baje fuego del cielo y que los consuma a todos ", ahora había aprendido la lección. ¡Dios es amor! es un Padre, “hijitos, amaos”: no tenía otro mensaje. Así obra Dios.

Entonces, queridos, aquí es donde estas dos palabras tienen una ternura maternal en la voz paternal de Dios, porque Dios nos parió a nosotros en el parto de la Cruz en el dolor de Su Hijo, este es el costo; hay gozo cuando uno es engredado, pero a Él le costó el dolor del Calvario, para que pueda después engendrarme por Su Espíritu, y no se puede separar ese gozo de aquel dolor, un dolor que ningún dolor de madre -que es uno de los dolores más tremendos que existen- puede compararse, porque dice el profeta: "Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido" (Lamentaciones 1.12), y uno puede pasar todos los dolores en revista, que si el Hijo colgado en una Cruz maldita tiene que decir: "comparen dolores y vean cuál es ese dolor". Es en ese dolor donde tuvo hijos Dios. Y es base a ese dolor que se puede evaluar el amor, y es en base a ese amor evaluado con el dolor, que se puede evaluar la expresión “hijo mío." Entonces, ¿es mucho, que me pida que me fíe de Él de todo mi corazón, cuando de todo Su corazón Él me está diciendo: "hijo mío”? ¿Qué cosa más preciosa quiere un Padre que el corresponder de un hijo? No hay nada que pueda superar a esto. Y cuando el hijo se confía en su padre, porque sabe que su padre le ama... tiene que tener un avivamiento del amor paterno en una manera inexpresable.

Fíate de Mí de todo tu corazón. ¿Es que Dios tiene corazón? Dios es Espíritu. Claro, es una manera retórica de decir cosas, pero... Queridos, aunque Dios es su estado eterno, siendo como lo declaró: EL Señor-Espíritu, por lo tanto, ausente de materia, no tiene, entonces, corazón como nosotros lo concebimos; lo tiene, sí, la entraña espiritual, como una entraña que late, pero también lo tiene como un corazón en cuanto encarnó en el Hijo. Así que, Dios, que con un amor de un corazón eterno en el Espíritu, no tiene relación con la materia en sí mismo, ahora la tiene en la Persona del Hijo, que encarnó en un cuerpo que tenía corazón y que nadie puede dudar de Su amor, cuando sabemos que ni se lo dejaron tranquilo después que lo hubieron muerto, siendo que, de acuerdo a los exámenes de la medicina más reverente, murió porque se le reventó el corazón; y ni así, como eso pasaba dentro del velo de la carne, que no se podía mostrar porque es opaca, el soldado romano se lo atravesó con una lanza. ¿Puedo yo dudar de ese corazón, que se le reventó sobre la Cruz antes de que se lo traspasaran ya muerto, con una lanza?

Un corazón reventado y después de muerto, alanceado. Eso es lo que Dios me dice. Así me ama. Fíate de todo tu corazón. ¿Es mucho que Dios me diga “dame hijo mío tu corazón”? Cuando me está mostrando eso en esa íntima palabra: hijo mío. ¿Nos damos cuenta?

Y no te apoyes en tu propia persona por prudente que parezca: "no estribes en tu prudencia” no te apoyes, no te soportes mejor; ahí la palabra estribar es más fuerte que apoyarse, porque es volcar todo el peso de una cosa sobre un acto definido, para lo cual este Padre de amor eterno le está diciendo a Su hijito que desconfíe de su propia naturaleza humana y que se fíe totalmente en el corazón de Dios. Porque ya sabemos lo que Dios mismo nos ha dicho: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso...” (Jeremías 17:9) Por causa del pecado, por eso que no debemos echar el peso de nuestras decisiones en las crisis, en los momentos solemnes, en las experiencias de la vida cristiana, sobre le naturaleza humana. No te apoyes en eso, te equivocarás. Fíate de Aquel cuyo corazón te lo presenta firme, por eso los católicos romanos hacen una imagen con el pecho abierto y se ve el corazón ahí, pero mirad cuán distinto es ver la imagen de un corazón reventado y sobrereventado, traspasado con una lanza. Ningún artista lo pintó todavía, sólo la Biblia tiene ese retrato. Ya veis, y eso que era un corazón santo. Dios lo sometió a ese sacrificio. Ahora, imaginad para qué sirve el nuestro que es engañoso y perverso, que ha derramado las heces del pecado en la corriente la vida. Por eso, no te confíes ni en tus pensamientos ni en tus sentimientos; vuélcate, totalmente vuélcate, todo el peso de tu ser en Aquel que te dijo "hijito mío". Ahora vemos, ésta es mi vida; mira que lo reconozcas.

…¿Cómo uno reconoce a un amigo en medio de una multitud? …Qué lindo es ver un rostro amigo en medio de la multitud. Especialmente cuando uno está en un país extranjero, es un gozo, una alegría. …Pero qué lindo es reconocer a un amigo en medio de la multitud, cuando uno puede mirar a muchos rostros. A veces nos encontramos en el camino de la vida, no sabemos a quién acudir, miramos a todos lados, gente extraña y de repente vemos una cara amiga. Ah, aunque a lo mejor no teníamos tanta intimidad en ese momento. Nos parece que hemos estado siempre viviendo juntos, porque es la necesidad que te impulsa, ¿nos damos cuenta la fuerza de esto?

Hijito, busca mi rostro, en medio de tantos consejeros, busca mi rostro. Buscadme a mí, reconocedme a mí. Y es notable, hay tantas caras humanas, y uno puede reconocer una cara en especial, de un amigo, de un hermano, de un pariente.

El Señor puede iluminar la faz de Cristo en el corazón, porque resplandeció en el corazón para iluminar esa faz. Y ahí está el rostro amigo que un día lloró por ti. ¡Ah! Qué lindo, lloró Jesús. Una vez hablé de esto y no pude, porque me puse a llorar yo también; y cuando uno empieza a ver esas lágrimas santas cómo habrán caído por ese rostro noble, entonces las cosas cambian. Yo sé que Él lloró. Entonces, sabe lo que es llorar. ¡Cuántas veces alguna lágrima se te escapa! Acuérdate: “Yo lloré también por ti” Siempre me impresionó el hecho de que el Señor Jesús lloró sobre Jerusalem. También dice que lloró en la casa de Marta y María. La primera, yo la entendía, la justificaba, claro, lloró de pena al ver el rechazo de ellos. “¡Jerusalem, Jerusalem, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37) Y lloraba; ahí se justifica, pero en el caso de Lázaro, ¿Por qué? ¿Saben por qué digo esto? Porque ¿Qué venía a hacer Jesús a la casa de Marta, María y Lázaro? Él ya les había dicho a los discípulos lo que venía a hacer, “Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño" (Juan 11:11). ¿Qué quiere decir eso? Les había dicho, vamos a resucitar a Lázaro. Eso es lo que les había dicho, y llega allí a la casa y ve a Marta llorando, ve a María llorando, ve a los parientes llorando; y el Señor podía haber dicho: pero ¿Por qué lloráis si yo he venido a resucitarlo? Sin embargo, ¿Qué hizo Jesús? Jesús lloró. Aquellas, Ias justifico, estas, las amo; porque muestran que aunque Él tiene la bendición aparejada, Él llora; porque había enseñado: Llorad con los que lloran, y Él no es de aquellos que predican pero no practican, esos somos nosotros. Fallutos. Cristo no.

¿Eso qué me quería decir?, ¿era sólo por cumplir el mandamiento? sí, pero había algo más porque Su corazón era tierno. No es un corazón duro, de piedra, que cuando ve un alma triste o afligida queda a un lado. No es, porque es amor que puede llorar, cuando iba para hacer cesar las lágrimas.

Él también tenía sentimientos, no los ahogó, les dio pasión santa. Reconoce ese Rostro: dice el Salmo 27,8: "Mi corazón ha dicho de Ti: Buscad mi rostro...” Cuando uno es culpable de algo, por lo general, baja la vista: cuando uno ama algo, le quiere entrar por los ojos. Es lindo mirar un rostro amado, y entonces el camino no importa si hay piedras, espinos, cardos, no importa, me acompaña. ¿Cómo le dijo Dios a Moisés? (Éxodo 33:14) “…Mi rostro irá contigo, y te haré descansar". Porque no estás solo, "Yo estoy contigo todos los días”. ¿hasta cuándo?, hasta que se acaben los días y empiecen en el Señor, hasta el fin del mundo.

"…Y Él enderezará tus veredas" (v.6), nosotros somos torcidos por naturaleza, vamos siempre haciendo así: zig-zag, o sube y baja; así somos nosotros sí, no, sí, no, etc.; en cambio la Escritura dice sed sí y Amén, no “sí y no”: por eso dice del Señor: (Ap. 3:14) "…He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero…", es decir: sí y así sea, eso quiere decir Amén.

Entonces vas a dejar esos zigzagueos, dice la Escritura: "El hombre de doblado ánimo es…", zigzagueante o sube y baja, "inconstante en todos sus caminos" (St. 1:8). En cambio, el Señor es camino recto. Él te enderezará. A veces uno está en una maraña, no sabe qué hacer, está en un laberinto, pero si encuentra el rostro amado, el rostro le enderezará el camino. Por eso Él đijo: "Yo soy el camino…” (Juan 14:6) “No seas sabio en tu opinión…" (Prov. 3:7) No nos dejemos llevar de nuestras opiniones, eso es lo que la gente más busca: ¿Qué opina?, ¿Qué đice Ud.?, ¿Qué opinión tiene sobre esto?. ¿Qué le parece aquello? Y nadie le pregunta a nadie ¿Qué le parece a Dios esto? Así que andamos consultando a medio mundo, menos a Aquel al que tenemos que consultar y entonces sobre las opiniones de los hombres hacemos una cuestión tremenda. No, no seas sabio en tu opinión, no, teme a Jehová, este es el principio de la sabiduría, y apártate del mal, es el elemento de la santidad, y "…será medicina a tu ombligo" (v.8). Muy buena la traducción de nuestra Versión de 1.909, la Revisión de 1960 dice: "a tu cuerpo". Acá dice ombligo, porque es un Padre que está hablando con ternura maternal, y el ombligo es el lugar por donde la criatura se alimenta de la madre, cuando lo tiene dentro, allí es donde las herencias se reciben. Dios te sanará todas tus herencias de pecado que traemos de nuestro padre y nuestra madre. Porque ahora es un hijo de Dios que tiene una herencia nueva. Por eso dijimos antes, y nos parió en la Cruz del Calvario, en el dolor del madero ha sido donde fueron solucionadas las herencias del pecado, mi tuétano a tus huesos, que es la base de la vida del hombre, ahí se genera la sangre, y es la estructura que mantiene en pie al cuerpo humano por eso está dicho de Cristo: "Hueso no quebrantaréis de Él". (Juan 19:36)

Yo a Él, y a nadie más que a Él debo honrar. La cuestión es: ¿Quiero? Que Dios nos bendiga.

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