“Y oyó Abram que su hermano estaba prisionero, y armó sus criados, los criados de su casa, trescientos dieciocho, y siguiólos hasta Dan.” Génesis 14:14
La Biblia nos cuenta en el libro de Génesis capítulo 13 que tanto Abram como su sobrino Lot tenían muchísima hacienda y la tierra donde estaban no les podía dar mantenimiento a ambos. (Génesis 13:6) Así fue como sus respectivos pastores empezaron a pelearse por las tierras (verso 7) y Abram tomó la decisión relatada en el verso 8: “Entonces Abram dijo á Lot: No haya ahora altercado entre mí y ti, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.” Así fue que Abram le dio a Lot la oportunidad de elegir primero la tierra que quisiera para él, su ganado y su familia, y luego él elegiría la que quedara disponible. (v.9) Un verdadero ejemplo: dar más valor a la paz y al amor fraternal que a los bienes materiales. ¡Tristemente, cuántas personas y aún creyentes se pelean entre los hermanos de sangre por la división de bienes, por la herencia de algún familiar, etc. etc.!
Lot dice el verso 10 que eligió las “mejores tierras en apariencia” porque eran fértiles, llanura de riego. “Abram asentó en la tierra de Canaán, y Lot asentó en las ciudades de la llanura, y fué poniendo sus tiendas hasta Sodoma.” (v.12) “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores para con Jehová en gran manera.” (v.13) Lot escogió un mal camino, el de la codicia, el del amor al dinero, a los bienes terrenales, cuando la Palabra nos dice claramente en 1ª Timoteo 6:9 y 10: “Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Esta fue la triste experiencia de Lot, quien tuvo que atravesar por muchos males y angustias a causa de su mala elección. Entre las primeras desgracias que se relatan en la Palabra, podemos leer en el capítulo 14 de Génesis que se produce una guerra entre dos grupos de reyes (versos 8 y 9), y en esa batalla, Sodoma es derrotada, junto a otros pueblos, y por consiguiente Lot y toda su familia cae cautivo y es despojado de todos sus bienes materiales. ¿Por qué le ocurre esto a él? La respuesta está en el verso 12 “Tomaron también á Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y su hacienda, y se fueron.” Empezó extendiendo sus tiendas “hasta Sodoma” y ahora vemos que ya “estaba morando en ella.” Dios nunca podría bendecir a aquellos que siendo Sus hijos, están amando el mundo, mezclándose con sus costumbres, y codiciando las cosas de aquí abajo en vez de poner la mira en las cosas del cielo. (Col.3:1y2)
Así llegamos al verso 14 que encabeza esta meditación: “Y oyó Abram que su hermano estaba prisionero, y armó sus criados, los criados de su casa, trescientos dieciocho, y siguiólos hasta Dan.” Ni Abram ni sus familiares, ni sus criados eran hombres de guerra, si los comparamos con los ejércitos de los reyes que habían tomado prisionero a Lot y los suyos, sin embargo al oír la desgracia en la que su sobrino había caído, Abram no dudó un segundo en preparar un ejército con los de su casa. Sólo 318 contra miles mucho más fuertes y preparados que ellos. Nada los detuvo! No hubo en el corazón de Abram ningún sentimiento de rencor, de resentimiento contra Lot que se merecía el castigo que estaba sufriendo de parte de Dios. No pensó en dejarlo sin ayuda para que aprenda la lección por desobediente, codicioso, mundano, etc.etc. De inmediato volvió a pensar en conservar el vínculo de amor fraternal como lo había hecho al principio cuando lo dejó elegir primero a Lot las tierras en pos de la paz entre ambos. Así Dios ayudó a Abram y a los suyos a obtener la victoria ya que dice el verso 16 que “…recobró todos los bienes, y también á Lot su hermano y su hacienda, y también las mujeres y gente.” Recobrar al hermano era lo importante!
Así nosotros debemos tomar la misma actitud que Abram cuando llegan a nuestros oídos noticias o comentarios de hermanos nuestros en la fe, apartados del camino del Señor, que empezaron “extendiendo sus tiendas hasta Sodoma, hasta el mundo de pecado” y ahora ya se encuentran envueltos en vidas totalmente mundanas alejadas del Señor. Debemos armar de inmediato “un ejército de oración” entre todos los hermanos de la iglesia y luchar esta batalla contra el mundo y Satanás, en oración de lucha, con fervor, que sea una oración que nos duela el corazón al pensar que hay tantos que están en peligro y que son nuestros hermanos, parte del cuerpo de Cristo. Luchar hasta recobrar al hermano o a la hermana con todos esos bienes espirituales que tenían cuando estaban con el Señor y que el maligno le ha querido robar.
No juzguemos, no critiquemos, no los desamparemos dejando de orar por ellos sino por el contrario, hagamos como Job que oraba intercediendo tanto por sus hijos que andaban en pecado (Job 1:5), como por sus amigos (Job 42:10).
Dios es quien le dio a Abram la victoria en medio de la lucha: “Bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano…” (Gén.14:20) Este Dios Alto y Todopoderoso es “…poseedor de los cielos y de la tierra.”, como dice el verso 19, quiere también poseerme, y ser mi salvador personal. Él es el mismo Dios que hoy también quiere darme la victoria sobre lo material y carnal y quiere que le sirva en fidelidad y santidad todos los días de mi vida hasta Su Venida. Quiera Dios que así lo hagamos y que cuando venga el Señor no nos encuentre como Lot y su familia, metidos en los negocios de esta vida, sino que nos halle haciendo tesoros en el cielo. Que así sea.
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.” Mateo 6:19 a 21
La Redacción