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Radio 24hs de la ICE

  • Foto del escritorIglesia Cristiana Evangelica Tandil

Una Oración contestada



“Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto le parí en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh si me dieras bendición, y ensancharas mi término, y si tu mano fuera conmigo y me libraras de mal, que no me dañe! E hizo Dios que le viniese lo que le pidió.”

1ra Crónicas 4:9 y 10


Esta oración, que se encuentra en medio de una lista de nombres que corresponden a las genealogías de las tribus de Israel, casi pasa desapercibida ante nuestros ojos. Sin embargo, hoy fijaremos nuestra atención en ella, para extraer una enseñanza.


No se describe mucho de Jabes, sí sabemos que a pesar de las circunstancias críticas en las cuales nació, seguramente después fue de alegría a su madre y a los que le rodeaban, ya que luego se menciona que fue ilustre. Esto quiere decir, que fue de renombre, distinguido, excelente…No se dice por cuál hecho fue reconocido. Seguramente tenía buena fama, ante la sociedad y su época; la Biblia lo distingue ante sus hermanos.


Sin embargo, aunque tenía “recursos humanos” en los que apoyarse, ante el negocio, problema o misión que le tocaba emprender, y en su deseo de ensanchar su término, invoca, es decir, llama, ruega, busca al Dios de Israel. Y aunque el pasaje no lo aclara, sabemos que en este tiempo el pueblo de Dios estaba echando a los que ocupaban esas tierras, por mandato de Dios. Por lo que estaban en constante lucha y guerra. Por ello, tal vez, Dios estuvo de acuerdo en concederle lo que le pidió.


Ahora nosotros, al igual que Jabes, podemos buscar a Dios, aunque tengamos “recursos humanos” en los que apoyarnos, quizás somos buenos ciudadanos, buenos creyentes, nos tienen en estima en el trabajo por nuestra conducta o compromiso, etc. Pero aquí está la enseñanza: Jabes buscó a Dios y le dijo: “…y me libraras de mal que no me dañe…” parafraseando estas palabras; “Señor acuérdate que soy: dolor, así me llaman…” “Necesito tu bendición, para emprender esta tarea, esta misión…que tu mano sea conmigo


Ahora pensando en nosotros, también tenemos situaciones seguramente en las que necesitamos la bendición de Dios, para cumplir Sus tareas en la iglesia, para serle fieles, para obedecer lo que leemos y escuchamos de Su Palabra. Dios está de acuerdo en otorgar esa petición, por ello ¡oremos con confianza! Si tiene que ver con necesidades espirituales, tenemos la seguridad de que Dios nos contestará, como dice en:


1 Juan 5: 15 “Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado.”


Y si nuestras necesidades son de este mundo y tienen que ver con tristezas, errores, cargas que llevamos, también Dios utiliza esas circunstancias para darnos las bendiciones espirituales que Él desea y que siempre son más sublimes que nuestros deseos, son más altos como dice en Isaías 55: 8 y 9.


Comparemos este caso, con la vida de Jacob, relatado este hecho en el libro de Génesis capítulo 32, donde también éste busca a Dios en su soledad (verso 24) y le pide a Dios Su bendición. Sabemos que él estaba sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones, sin embargo ¡Dios lo escucha y le contesta!


“Y dijo: Déjame, que raya el alba. Y él dijo: No te dejaré, sino me bendices.

Y él le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob” (verso 26 y 27)


Aquí también, al decir Jacob su nombre, está declarándole a Dios lo que es, su significado es “suplantador” o “engañador.” Había traicionado a su hermano, a su padre… Dios también, cuando nos acercamos, quiere que le digamos quiénes somos; cómo nos llaman; por qué somos conocidos. Es Su deseo que le confesemos y entreguemos nuestro ser, tal cual somos.


Otro ejemplo de oración que encontramos es el diálogo que tuvo el rey David con Dios. En el pasaje de 1ra. Crónicas 17: 16 al 27 cuando David tuvo el deseo de edificar el templo, y le dice a Dios ciertas palabras en las que prestaremos atención: “… ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, que me has traído a este lugar?“(16) “…y me has mirado como a un hombre excelente…” (17) “¿Qué más puede añadir…tu siervo? mas tú conoces a tu siervo.” (18) “Oh Jehová…según tu corazón, has hecho toda esta grandeza…” (19) “Jehová, no hay semejante a ti, ni hay Dios sino tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos.” (20)


¡Qué hermoso reconocimiento por parte de David! Y nosotros, cuando oramos, ¿nos reconocemos nada? ¿Quiénes somos para que nos haya traído Dios a Su verdad? Dios nos mira, a través de Cristo, perdonados en la cruz del Calvario…por eso nos hace ilustres, de renombre…excelentes.


Dios sabe qué es lo que nos conviene y nos hace realmente bien. Por ello, depositemos nuestro asunto en Sus manos y dejemos que Él obre en nuestras vidas, aquello que vaya hacer más grande a Su nombre. Es según Su corazón que nos bendice. Decía David en el Salmo 78:72 “Y apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos.”


No nos bendice y sustenta, según nuestra manera o el pensamiento humano, no no… Mucho mejor que eso… lo hace a la manera de Dios, perfecta, íntegra. ¿Lo experimentaremos así? Entonces veremos Sus manos con esa pericia, esa habilidad para resolver con acierto aquello que está “enmarañado” en nuestra vida y con cierta dificultad.


¡Cuánta riqueza encerrada hay en Su Palabra! Para ti, para mí. ¿La aprovecharemos? Que así sea, para gloria de Él en mi vida y en la tuya hoy y siempre.


La Redacción.


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